Por Leo Timossi

El documental de HBO en el que dos adultos revelan los abusos sufridos en su infancia junto a Michael Jackson es mucho más un registro otherside de la vida del “Rey del Pop”.

Michael Jackson es una superestrella. Michael Jackson violaba pibes. Una verdad y un rumor que corren juntos, de la mano, desde hace casi 26 años. Tres juicios, unos cuantos millones en indemnizaciones, una carrera de exposición decreciente y mil referencias en el humor kitsch se sucedieron desde entonces. El documental Leaving Neverland (2019 –Dan Reed) que expuso la cadena estadounidense HBO el pasado 25 de enero venía a remover un escándalo que no es nuevo: el que volvía a ponerle a Michael Jackson la etiqueta de abusador de menores, 13 años después de que fuera declarado (una vez más) inocente y a poco de cumplirse el décimo aniversario de su muerte.

Desde la presentación del tráiler que anticipó la salida del material, quedó en evidencia de que se trataba de un producto diferente, sin medias tintas, que sacudiría la imagen pública de MJ como nunca había sucedido antes. En él se observa a Wade Robson, un coreógrafo australiano de 36 años que ganó un concurso de baile –cuyo premio era conocer al intérprete de Bille Jean-cuando tenía cinco, definir su relación con quien fue su mentor. “Michael Jackson fue uno de las personas más amables y más encantadoras que conocí. Me ayudó muchísimo con mi carrera y mi creatividad”, dice Robson. “También abusó de mí sexualmente durante siete años”.

El documental entonces –que está dividido en dos partes y tiene una duración total de casi cuatro horas- asomaba como devastador. Y francamente lo es. La producción de HBO centra sus esfuerzos en la narración en primera persona, casi sin interrupciones, de Robson y de James Safechuck (41), dos de los ex pupílos de Jacskon, además de la participación de la familia de ambos y la secuencia de imágenes y videos en los que se los vio públicamente junto al ídolo.

Safechuck conoció a Michael Jackson a los nueve años porque filmaron juntos una publicidad de Pepsi. Poco tiempo después se fue de gira con él y -además de dar detalles precisos y contundentes- sobre las relaciones sexuales que mantuvo con el cantante, exhibe un anillo que asegura, le regaló en una ceremonia de “matrimonio” que se realizó en su habitación cuando tenía diez

Presentaciones públicas, manipulación, un rancho –Neverland- alejado y exclusivo para el entretenimiento de niños pero capitaneado por un adulto tres décadas mayor. El documental, independientemente de la decisión –difícil- de no creer en las víctimas, expone una maquinaría orquestada para que Jackson tenga plena libertad de campar a sus anchas con menores de edad.

¿Por qué Michael Jackson se paseaba de la mano con niños que no eran sus hijos? ¿Por qué tenía un rancho exclusivo para ellos? ¿Qué hacía un adulto de 38 años en fiestas con niños –ni siquiera adolescentes- que organizaba? ¿Por qué mantenía a sus familias, por qué alejaba a sus hijos de ellos? ¿Por qué razón Michael Jackson quería dormir con chicos? ¿Cómo es que los padres lo permitían? ¿Con qué fin el rancho Neverland tenía desarrolladas una serie de alarmas que le advertían al ídolo si alguien se acercaba a una habitación?

Un material contundente…. Con una sola campana

La ejecución de Reed, los climas, los tiempos y el material de archivo –hasta un mensaje de contestadora de Michael Jackson sobrevivió el paso del tiempo- es impecable. El documental alcanza su climax en la segunda mitad, cuando los protagonistas –que habían negado las acusaciones e incluso habían llegado a ser testigos a favor del Rey del Pop en  los juicios en su contra-narran el momento exacto en el que les cayó la ficha de que su experiencia con el ídolo había sido tortuosa, reconociendo que lo que creían consentido formaba parte de un abuso a un menor de edad.

Si algo se puede señalar al material de HBO, no obstante, es que, en la ausencia de MJ, carece de voces que puedan defender o desmentir la palabra de Robson y Safechuck. Ningún familiar, empleado, nadie del Clan Jackson tiene su espacio para defender el legado de su ángel caído. Esa es la crítica más contundente que circuló sobre las redes sociales y parte del argumento de sus fanáticos, que elaboran su presunción de inocencia con tres bases:

  • El FBI investigó durante 17 años a Jackson sin hallar, aparentemente, pruebas contundentes.
  • Robson, otrora defensor a ultranza del ídolo y testigo en su juicio, fue despedido por la familia Jackson en 2013 como coréografo del espectáculo de Circ du Soleil que homenajeaba a MJ. Un año después, en 2014, se acercó a la televisión para narrar sus abusos, lo que no dudaron en señalar de “despecho”.
  • Ni Robson (en cuya trayectoria está haber marcado los pasos de Britney Spears o el grupo NSYNC) ni Safechuck presentaban, hasta antes del documental, un panorama laboral y económico exitoso, por lo que Leaving Neverland era una oportunidad inmejorable de mejorar su situación.

Independientemente del argumento a favor de sus fanáticos y sus familiares, el material en contra de Jackson es tan contundente que muchas radios alrededor del mundo han decido que no volverán a sonar a través de su radiofrecuencia los éxitos que hicieron al creador del Moonwalk la sensación del pop y una de las estrellas musicales más grandes de todos los tiempos.

Porque a veces es improcedente separar a la persona del artista y al artista de su obra para no dejar de disfrutarla. Y la obra de Michael Jackson es tan brillante como prolífica. Claro que, cuando hay violaciones de chicos de por medio, olvidarse y separar eso es un poco difícil.

Trailer oficial