Por Axel Velázquez

La historia del rock es muy compleja y muy grande, por tanto, resulta difícil y al mismo tiempo fascinante abarcar todos los estilos derivados y analizarlos en su totalidad. Desde el Rock & Roll hasta el rock moderno pasando por el blues rock, folk rock, rock psicodélico, rock progresivo, rock sinfónico, punk, hard rock y heavy metal, siempre encontraremos dos o tres discos representativos de cada género que nos permitan entender gran parte de los sonidos que hoy en día prevalecen. Y aún así no todos envejecen demasiado bien. Pero si existe un disco capaz de sobrevivir al tiempo, que sintetice gran parte de la historia del rock moderno y que nunca ha perdido su influencia y hegemonía, ese es Led Zeppelin II, que hoy cumple medio siglo de vida.

Recordemos que Led Zeppelin se forma en 1968 y en 1969 publicaron dos discos esenciales que titularon simplemente “Led Zeppelin I” y “Led Zeppelin II”. El primero era la entrada oficial de la banda británica a las grandes ligas del rock, además logró establecer un sonido más contundente y más rudo de lo que se hacía en la época. Mucho se ha dicho que el baterista John Bonham (Bonzo, como le llamaban) le brindó a Led Zeppelin ese elemento “pesado” que tanto caracterizó al primer disco de la banda y que inspiró definitivamente al nuevo subgénero que nacía: el hard rock, aunque en realidad se trató de la suma del trabajo de cuatro de los mejores músicos del momento. La “santísima trinidad del rock” estaba compuesta por Black Sabbath, Deep Purple y Led Zeppelin, y aunque es una etiqueta meramente con fines comerciales y propagandísticos, sí hace justicia al reconocimiento que se merecen estas tres bandas como las abanderadas del nuevo estilo de rock que era más pesado, más metálico y más duro (de ahí surgen los términos “heavy metal” y “hard rock”) que antes.

Cuando Led Zeppelin encuentra su sonido definitivo y lo reflejan en su segundo disco en 1969, la historia del rock se detiene por un momento. Aquí el rock se resetea y reflexiona acerca de lo que acaba de pasar. Nadie, salvo Jimi Hendrix o Bob Dylan, había creado algo nuevo diferente al pop rock de hace 6 o 7 años atrás. Por un lado, Dylan tan solo con su voz cínica de tono burlesco, su guitarra y su armónica, cuestionó al rock mismo y lo puso frente a frente con la realidad brindándole una lírica tan basta que movió los cimientos de la música popular, tanto, que hasta los Beatles y Rolling Stones se rindieron a sus pies por la fuerza misma de su obra. Por otro lado, Hendrix creó un prototipo de rockstar que antes no existía, o al menos con la misma fuerza que él: el guitarrista de rock. Cargado del más profundo blues del Mississippi, Hendrix demostró que la guitarra era la voz oficial del rock, la esencia misma del género, grandes riff y salvajes solos como nadie, además de sorprender a todo el planeta con su manera de tocar el instrumento, estableciendo nuevas técnicas de ejecución que antes no se habían implementado de esa forma. En pocas palabras, la guitarra eléctrica del rock moderno es un recuerdo de la influencia de Hendrix.

 

Así que, ¿cuál es el verdadero aporte de Led Zeppelin II al rock?, veamos. Empecemos por las técnicas de grabación empleadas en el disco las cuales fueron innovadoras; por ejemplo, poner micrófonos en cada rincón del estudio de grabación para captar los sonidos que se escapen de los micrófonos normales brindó una atmósfera sonora de profundidad y de reverberación natural a todas las canciones de la banda. Y aunque esto ya lo habían realizado en el primer disco, es en “Whole lotta love”, canción de apertura del segundo disco, en la que el guitarrista Jimmy Page experimenta al máximo mezclando la parte intermedia del tema con diversos efectos de sonido. Page empieza a madurar como productor musical hasta que más adelante, en la canción “When the leeve breaks del disco “Led Zeppelin IV” la batería la situó debajo de una escalera para generar un eco particular. Todas estas inquietudes sonoras Page las empieza a demostrar en “Led Zeppelin II”.

La otra razón por la cual este disco debe celebrarse es, por supuesto, por la música. “Led Zeppelin II” es un claro reflejo de lo mejor que la banda podía ofrecer, al menos hasta ese momento. Guitarras contundentes y cargadas de blues, un trabajo finísimo del bajista John Paul Jones, desgarradoras líneas vocales de Robert Plant y, sobre todo, el inigualable y súper influyente sonido del baterista John Bonham, resultaron en un sonido universal que de inmediato todos quisieron imitar. El heavy metal había llegado.

El hard rock suponía el endurecimiento del rock de los 60’s. Un sonido más estridente que cumplía con las inquietudes musicales de quienes decían que lo que había que hacer era continuar con la estética impuesta por Jimi Hendrix, The Who o Cream. El sonido de Hendrix ayudó a cumplir esto, pero Led Zeppelin era una banda única. Y no que The Jimi Hendrix Experience no lo fuera, pero claramente la banda tocaba en función de Jimi. En “Led Zeppelin II” se demuestra una banda uniforme, todos contribuyendo a su máximo nivel para lograr un producto inigualable en la historia del rock.

Jimmy Page se encargó de crear un catálogo de riffs llenos de blues con clara influencia de Robert Johnson, pero con el efecto de distorsión que estaba de moda en estas búsquedas por sonidos rudos y pesados. Ejemplo de lo anterior tenemos a “Whole Lotta Love”, “Heartbreaker” y “Moby Dick”. Además del ya mencionado papel como productor musical, Page demostrará su virtuosismo en “Heartbreaker”, canción donde ejecuta un gran solo de guitarra con el que se gana el reconocimiento de ser uno de los mejores guitarristas de rock de todos los tiempos.

Robert Plant exacerbaba que la influencia de los cantantes de blues como Howlin’ Wolf era necesaria para decir cómo cantar rock a partir de entonces. Además, el rango vocal y los sobreagudos a los que Plant llega de nacimiento impusieron una tendencia para los futuros cantantes de heavy metal como Rob Halford, Ian Guillan, Axl Rose o Bruce Dickinson.

 

John Paul Jones impuso al bajo eléctrico como un instrumento protagónico en el rock. Junto con John Entwistle de The Who y Paul McCarney de The Beatles, Jones creó líneas inolvidables en muchos temas del Zeppelin II como “Ramble On” y “The Lemon Song”, además ser un gran soporte a la contundente batería de Bonham.

Respecto a John Bonham hay mucho que decir. Hubo un tiempo en que los bateristas de rock simplemente tocaban los ritmos de las canciones apegándose a los estándares comerciales y pop, es decir, con pocos elementos para que la canción lograse venderse bien y no confundiera a los oídos básicos del público pop. John Bonham en compañía de Ginger Baker, Keith Moon y Mitch Michell demostraron lo contrario.

Lo que más destaca de su trabajo en este disco es el lenguaje baterístico que implementa. Claramente se notan influencias de bateristas de jazz como Max Roach o Elvin Jones. En sus “breaks” demuestra un trabajo exquisito de tresillos que pocos bateristas a día de hoy son capaces de realizar. El volumen que empleaba combinado con la información rítmica que contenían sus ritmos y “breaks” hicieron de él, en discusión con Jimmy Page, al miembro de Led Zeppelin que más aportó al disco. Pareciera que desde su batería va dictando la estructura de los temas del disco, como si se tratase del director musical. “Moby Dick” es un claro ejemplo de las técnicas baterísticas que tanto caracterizó a Bonzo. Además, su sentido del tiempo era único y eso le daba la libertad a la banda a improvisar en sus actuaciones en vivo sin que las canciones perdieran fuerza o sonaran saturadas. Su gran técnica en su pie derecho sorprende aún al escuchar muchos temas de Zeppelin donde pareciera que lo toca con doble pedal.

Se sabe que hay muchos bateristas de rock muy influyentes como Neil Peart, Keith Moon, Stewart Coppeland, entre otros, pero todos ellos desarrollaron y mejoraron el lenguaje impuesto por Bonham. Era tan complejo y tan moderno en la época que era difícil encontrar un baterista tan completo en una banda de rock que además vendía muy bien (en muchos estilos de música menos comerciales como en el jazz, siempre hubo bateristas más técnicos).

En definitiva, un disco que a día de hoy sigue dando grandes lecciones de cómo tocar heavy metal, y, aunque existen grandísimos discos del género, “Led Zeppelin II” tiene un plus especial al tratarse del primero que experimenta con esos sonidos como nadie antes lo había hecho. A partir de este disco, la banda se ganó un lugar sagrado en la historia del rock y de la música popular en todo el mundo. Antes de la enorme revolución de Black Sabbath y a manera de relevo después del dominio de The Beatles durante toda la década de 1960, Led Zeppelin dictó las reglas acerca de cómo debía tocarse el rock a partir de entonces.

Ahora lo más difícil era no sonar como Led Zeppelin.

Link Spotify