Por Camila Biasotti

Tengo en la punta de la lengua
colgando a modo de suicidio,
quemando como aceite hirviendo,
todo esto incanalizable,
todo esto, sin embargo, simple y predecible.

Y allí en la simpleza,
allí donde duermo,
allí donde escucho,
y allí en mi predictibilidad,
mi piel no es la mía y la prefiero borrada.

Me niego a escupir esta pintura,
negra cual petróleo,
y manchar las paredes como mis labios;
me niego a masticar y tragar,
digerir, absorber,
y retorcerme en mi cama como un gusano.

Tengo este bicho en la boca,
ya no cuelga, a veces duerme,
otras intenta escapar
ya sea hacia adentro o afuera
y rasguña el interior de mis cachetes.

Tengo este bicho en la boca
que a veces es líquido,
y lo desprecio
pero le he puesto nombre
y cuando duerme le cuento un cuento
y cuando duermo me cuenta un cuento
y en sus sueños,
y en los míos,
se escapa por mis poros
simulando volcanes
y con su lava fría
borra mi piel.