Por Axel Velázquez

Hace cincuenta años, en un lugar en el estado de Nueva York, en los Estados Unidos, se llevó a cabo el Festival de Woodstock. Una celebración de tres días de paz, amor y música. El evento rebasó todas las expectativas y se convirtió en el punto culminante del llamado movimiento hippie de la década de los 60`s. Woodstock representa muchas cosas, más allá de ser un simple concierto, es un manifiesto, una manera en que lo hippies querían demostrar que mediante paz, amor y música podían entenderse y podían vivir en paz unos con otros.

Woodstock también fue la primera piedra para cimentar la futura organización de festivales masivos de esa magnitud y, sobre todo, un evento único cuyas condiciones jamás serían las mismas de nuevo. Este festival cierra la década de los 60’s, década furiosa, llena de cambios en la que el rock y la música servían como banda sonora para una generación y una juventud que se consideraba perdida en los tiempos de la postguerra. Los ecos de este festival fueron tan grandes que es una alucinación pensar que algo así fue posible.

Foto histórica con gente durmiendo en el Festival

Para entender la importancia y el legado del Festival de Woodstock tenemos que hablar de los antecedentes y de lo que pasaba en el mundo en los años 60’s. Hablemos primero de la contracultura. La contracultura se define como una serie de movimientos que tuvieron lugar en Estados Unidos y en Europa en la década de los 60’s que transformaron radicalmente la manera de ver el mundo hasta ese momento. Durante ese periodo se hicieron preguntas muy radicales que ampliaron el concepto de la libertad.

El movimiento de la contracultura es una gran cantidad de gente que está peleando por una causa en particular. Por un lado, tenemos a los que no forman parte de modo de vida americano y luchan por entrar en él, y por el otro lado tenemos a los que forman parte del modo de vida americano, pero están inconformes con el sistema, no estando de acuerdo con la manera en cómo funciona. Estos dos combos se van a encontrar de diferentes maneras.

Martin Luther King

La corriente que da inicio a la contracultura es la de la lucha por los derechos civiles en el sur de los Estados Unidos liderados por Martin Luther King. Más adelante se agregarán los movimientos estudiantiles, movimientos feministas, movimientos ecologistas, movimientos parlamentarios, movimientos obreros, movimientos indios, el movimiento gay, la libertad sexual, las comunas, el hippismo, entre otros. Todos estos movimientos no se hubieran encontrado si no hubiera existido un factor que cohesionó políticamente a toda esa gente: la Guerra de Vietnam. De esta manera surge el movimiento antiguerra y el famoso logo de la paz que los hippies usarán años después.

En la contracultura básicamente hay dos ejes: uno político, que son los resultados de estas movilizaciones, y uno cultural, que es como todo esto se va a expresar, por ejemplo, en el cine, en la música, en la literatura y en la pintura, pero sobre todo en la música, ahí se van a dar las más grandes innovaciones.

Manifestaciones en la calle contra la guerra

Los hippies, máximos representantes de la contracultura

El movimiento hippie y las comunas será la máxima expresión de toda la contracultura. Los hippies eran directamente los beneficiarios del modo de vida americano, lo cual resulta paradójico ya que, si todo lo tenían, si eran beneficiarios de lo que todo mundo buscaba, entonces aparentemente no hay problema alguno. Sin embargo, ellos no estaban de acuerdo con varias cosas, por ejemplo, con el consumo, con las normas impuestas por sus padres quienes pertenecían a una generación anterior y la rigidez y opresión moral y emocional que los jóvenes sufren en ese momento.

Además, el enfrentamiento con sus padres fue clave para que los jóvenes salieran a buscar sueños e ideales que en casa no encontraban. Resulta que muchos papás van a empezar a frustrar la vida de sus hijos al imponer su decisión y autoridad sobre ellos. Por ejemplo, no dejar que sus hijos desarrollen su propio proyecto de vida, deseando que se dediquen a lo que ellos quieran y no lo que sus hijos desean. Esto provocó que muchos jóvenes salieran de sus casas a inventarse un nuevo mundo y a buscar por cuenta propia lo que en sus casas no encontraban. Se estaba dando una revolución juvenil. La imposición de modelos y esquemas antiguos en los años 60’s ya no va a ser posible.

Movimiento Hippie

Hartos de los problemas que tenían con sus padres, muchos jóvenes rumbo a San Francisco, cuna del movimiento hippie en el distrito de Haight-Ashbury. Ahí van a formar familias artificiales o comunas donde, según ellos, sí podrían vivir en paz lejos de los ideales que regían en sus casas. Más adelante, estas personas protagonizarán en el verano de 1967 el “Verano del amor” en San Francisco, dando inicio oficialmente al movimiento del hippismo. La contracultura va a tener su pináculo y su punto más alto en el Festival de Woodstock, donde los hippies y las comunas y toda esta gente que se movilizaba por un mismo fin, van a demostrar que se puede vivir en paz, sin guerras, sin conflictos y en armonía dando a conocer una nueva forma de ver el mundo y también una nueva forma de vida.

En medio de las preguntas que los jóvenes se hacían sobre el mundo, se gestaba una nueva forma de “escape” espiritual, un método que resultaba todo un atractivo en un primer momento pero que poco tiempo después resultó peligroso: el consumo de sustancias psicotrópicas.

Las drogas, que en ese momento no se llamaban así, funcionaban como catalizadores de consciencia para los que sostenían que, en un mundo de consumo, de opulencia económica, de rigidez emocional y de doble moral, el sentido de la vida ya había perdido su rumbo. Entonces empezaron a buscar “otro tipo de realidades”, para encontrar sentido a la vida que por sí sola ya no les proveía.

Para lograr esto, se encontraron dos tipos de sustancias: las naturales (peyote, marihuana, hongos) y los químicos (LSD y heroína). Cuando se vio que estas sustancias eran peligrosas y empezaban a cobrar vidas empezó a tener el carácter que hoy en día tenemos de ellas, pero es importante entender que el consumo de drogas era con intenciones espirituales para expandir los niveles de consciencia que la gente tenía. No era un consumo porque contra el consumo era con lo que peleaban, era una nueva forma de ver la realidad para ver si así podrían encontrarse las respuestas que el mundo terrenal no puede ofrecer.

En el concierto de Woodstock, la música cobró menos relevancia, (salvo dos o tres excepciones) que los actos de paz y fraternidad que se daban entre las casi medio millón de personas. La frase “Make love not war” (hacer el amor y no la guerra) era no ir a matarse a Vietnam. Las preguntas que los hippies se hicieron en su momento aún no se han respondido y los motivos de su cuestionamiento siguen siendo a día de hoy tan vigentes como en su momento lo fueron.

Jimmy Hendrix en Woodstock

Por eso el Festival de Woodstock es importante, porque en tres días la música, la consciencia, la libertad sexual, la identidad, el misticismo, la política, el pacifismo, se confluyen en un tiempo y en un momento determinado. En tres días, medio millón de personas tocaron el cielo con las manos. En tres días, la libertad se vistió, se sentó entre las personas y convivió con ellas. Por todo esto, muchas veces se ha referido a este pasaje de la historia como “la nación de Woodstock”.