Por Damián Zárate
15 de abril de 2020
Actriz multipremiada. Hizo teatro, cine y TV. De chica quería ser médica pero su madre y madrina la llevaron al Conservatorio. Hoy interpreta un papel en el “X Festival de Shakespeare en Buenos Aires. Entra en La Cueva…Ana María Picchio.
¿Cómo es narrar a Shakespeare en el festival?
Es una maravilla. Es un regalo del cielo. Amo los clásicos. En el Conservatorio nos enseñaron todo a hacerlos. La verdad es una obra que no conocía, “La violación de Lucrecia” es fantástica, cómo está escrita, cómo está pensada. El lenguaje que se utiliza para contar la situación, cada párrafo que lees te agarrás la cabeza. Amo el texto y creo que a la gente le va a pasar lo mismo.
Además, está tu voz, y luego aparecen Leonor Benedetto, Elena Roger y Alberto Ajaka…
Exactamente. Cuando terminamos de grabar yo les preguntaba a los técnicos que les pareció, y todos quedaron impresionados. Porque había palabras que nosotros no sabemos que quieren decir. Por ejemplo, en mi texto, tenía al lado que significaba cada palabra, pero como me olvidé los anteojos para leer tuve que cambiar el texto por uno más grande, y se me perdieron las otras palabras (risas). Porque son palabras que nunca decimos, nosotros hablamos con cuatro o cinco palabras y el resto son todas que inventamos ahora…pero hablar con coherencia, pensar, es otra cosa…
La palabra toma otro significado…
Lito Cruz decía “los actores que hablan alto, piensan alto”. Es así, cuando vos tenés algo claro para decir lo decís alto. Y cuando no, bajás el tono, la intención y todo.
¿Hacer un clásico tiene un plus por todo lo que significa?
Sí. No sé si para el público, pero para nosotros sí. Nos pone a prueba en muchas cosas. Por ejemplo, la voz, que no la alzamos hace un año. Y te reposiciona frente al texto. Empezás a crear situaciones. Te aseguro que, si lo hiciera en mi casa, sin cámaras mi expresión sería igual. Hamlet dice “que el movimiento acompaña a la acción, y la acción a la palabra”.
¿Qué importante es la voz en los actores y actrices no?
Totalmente. Y uno no lo sabe hasta que no se enfrenta a un texto así. Y yo por ejemplo nunca hice radio, pero me crié con la radio, cuando nací no había televisión.
¿Y tu relación con la radio cómo fue?
Nosotros para escuchar “Tarzán”, “Poncho Negro”, y otras, nos sentaban frente a la radio, como si fuera un televisor. Yo me ponía en primera fila y nos imaginábamos todo. Hasta que un día mi mamá me llevó a Radio El Mundo, que era dónde se grababan todos los radioteatros. En la puerta de ese lugar, Palito Ortega vendía café. Pero era fantástico porque vi cómo hacían todos los ruidos, los efectos, entonces me di cuenta cómo el actor tiene que imaginarse todas esas cosas. ¿Qué es actuar? Es recomponer, recrear todo lo que hay en el ambiente. Absolutamente todo.
Me quedé con la frase de Lito Cruz…será que no tenemos muchas cosas claras para decir, el que las tiene habla fuerte…
Tal cual. Lito era un maestro. Cuando hice la gira con él, íbamos en un bus, y le iba leyendo a la novia la obra “La Divina Comedia”. Y nosotros con las chicas decíamos “que suerte que tiene esta guacha, tener un novio que te lee La Divina Comedia” (risas).
¿Nunca hiciste radioteatro?
No. Nunca hice radioteatro. Es raro. Ahora volvieron a hacer, pero es radioteatro moderno. Todo se hace con la computadora ahora.
¿Y vos siempre quisiste actuar?
No, yo quería ser médica. Porque mi hermana tuvo parálisis infantil en una epidemia, y lo único que veía entrar y salir de casa eran médicos que hicieran el milagro de curarla a ella. Ni soñaba con ser artista. Mi mamá y mi madrina me metieron en el conservatorio. Y les dije “yo voy, pero si no me gusta me salgo y me voy a la facultad”. Pero claro me encantó estudiar teatro.
Que bien tu mamá y tu madrina ayudándote…
Sabés que ellas vieron que al médico había que esperarlo hasta las 5 de la mañana en época de pandemia. Que es lo que pasa hoy. Entonces yo recitaba, cantaba, y alegraba a la familia. Generalmente los padres no se equivocan. Yo podría haber sido también una buena abogada, pero no me hubiera divertido.
¿Tenés un momento frontera en tu vida, un momento rupturista que te cambió para siempre?
Cuando fui a Jerusalén. Fuimos con un profesor uruguayo. Me dijo ese olor que estás sintiendo es el olor a la casa, como una cosa bendita. Y yo soy muy espiritual. Y yo sentía el olor a mi abuela. Ese viaje me cambió.
Entrevista Programa “La Frontera” AM1390 Radio Universidad Nacional de La Plata
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