Por Miguel Ale

"Primero se talan los árboles, se espera dos meses y se limpia el suelo con fuego." Esta es una receta que siguen los colonos del Amazonas para hacer de la selva áreas cultivables. La principal explotación es la ganadería. Crían vacas con pasturas para rápido desarrollo (festuca, trébol rojo, agropiro) y eso ha llevado a que Brasil fuera el principal exportador de carne bovina, (de dudosa calidad) en el mundo.

Muchos piensan que el Amazonas debería ser como Jerusalén, de toda la humanidad. Es el pulmón del mundo, sin duda. La disminución de oxígeno aceleraría un mayor deterioro climático. Cada árbol se queda con el terrible CO2 y nos entrega oxígeno purificado para nuestros pulmones. ¿Cuántos seres vivientes son tan generosos cómo este? No es que uno ame tanto la selva porque se extasía contemplando árboles y maraña, se deleite con un calor insoportable, admire sus fieras que te pueden engullir en minutos o sus reptiles venenosos que si te pican, te mandan al otro mundo o te acercan bastante.

No seamos hipócritas. Un pájaro bonito se lo puede contemplar en una foto. Se trata de respirar, de seguir viviendo el tiempo que nos queda. Una hectárea de bosque produce al año oxígeno para 45 personas. Y esa misma hectárea absorbe en ese mismo tiempo lo que usted contaminó conduciendo 120 kilómetros.

Al planeta lo hemos corrompido todos. Desde los fabricantes con sus chimeneas y tirando desechos contaminados a las aguas hasta los que usamos bolsas de plástico de forma irresponsable, apretamos aerosoles a toda hora y no hemos podido, salvo excepciones, claro, aprender a alimentarnos correctamente y evitar productos dañinos; y enseñar a quienes nos correspondiera que el abuso de carnes rojas nos hace propensos a enfermedades evitables. Y a que inescrupulosos mercaderes incendien el Amazonas.