11 de noviembre de 2024

Por Damián "Puma" Gaspari

Fotos Javier Salas y Sergio Reviejo

Músico, compositor, cantante, guitarrista, productor. Uno de los referentes del rock en español. Fundó Tequila y Los Rodríguez, dos bandas icónicas. Y desde 1997 con una gran trayectoria como solista. Entra en La Cueva: Ariel Rot…

Un año con mucho movimiento Ariel, en el marco de la gira de los 25 años del disco “Hablando Solo”…

Hace un año y medio, rescaté esto de repente, por azar, dándome cuenta de que habían pasado 25 años desde la salida del primer disco después de Los Rodríguez, mi primer disco en solitario, que en realidad es el momento en el que empecé a ejercer un poco en solitario, porque la experiencia anterior había sido muy poco activa, a pesar de editar dos discos.

Entonces me junté con los chicos con los que había empezado, por fin logré armar una buena banda, con quién estuvimos cuatro años girando, prácticamente el mismo tiempo que duró Tequila y Los Rodríguez, en la que hubo una relación muy intensa en lo personal y musical también. Cada uno cedió un poco su camino, pero todos están funcionando muy bien profesionalmente.

¿En principio era una gira de algunos shows no?           

En ese momento se dio la casualidad de que teníamos tres meses para programar una girita, la cosa salió genial, el reencuentro fue muy bueno en todo sentido, el recibimiento del público también, y entonces, lo que iba a ser un paréntesis en la vida de todos… al final llevamos un año y medio. Ahora termina y vamos a descansar una temporada, pero en abril o mayo vamos a reiniciar una serie de conciertos. Ya no en el marco de los 25 años de “Hablando Solo”, ni en cuanto al concepto ni al repertorio, que ya lo hemos ido ampliando y cambiando. Así que nos trajo muchas alegrías en muchos sentidos esa chispa que salió y prendió todo. Sobre todo el contacto con la gente que fue una sorpresa. De repente empezar a tocar en salas medianas, y que se llenen, que la gente conozca todas las canciones del disco, porque ese disco está en muchas casas.

Era la época en la que se compraba el disco…

Y se escuchaba el disco entero muchas veces, entonces cualquier tema del disco fue bienvenido.

Mucha gente tiene “Hablando Solo” en mano, pero mirando en retrospectiva es un disco que envejeció muy bien, con canciones frescas y atemporales…

Estaban detrás Los Attractions tocando. Yo todavía me sorprendo de la magia que tiene ese disco, son grabaciones de alta calidad, porque éramos cuatro en una sala muy grande, en un estudio divino en el sur de Francia, conviviendo durante dos semanas.  Es un lujo tener a Los Attractions prestados durante dos semanas, tuvimos más de un día para cada canción. Ellos eran muy de investigar, de tomarse el tiempo, son muy británicos, tienen la inteligencia del pop. Cada toma que elegimos fue una entre más de veinte. Son tomas mágicas casi todas. Y eso siempre perdura, una grabación honesta, grabada por cuatro tipos tocando es casi jazz.

A lo largo de tu carrera te fuiste acostumbrado a los cambios y hoy se ve cada vez menos el concepto de pensar en un disco completo como obra…

Es que yo soy de esa escuela. Entonces lo hago de otra manera, a veces cuando colaboro en otros proyectos me adapto a eso. Pero si yo tengo el tiempo y el presupuesto para hacerlo a la vieja manera, de sentarse y tocar, y tocar, y repetir, e ir aprendiendo tu parte, ir desarrollándola hasta que se llega a una cúspide. Sigo intentándolo haciendo así, aunque hace mucho que no grabo un disco entero, el último fue en el año 2015. Pero lo grabamos todo así, aunque parezca que no (risas). El arte de la grabación es amplio, cada uno tiene sus reglas, y todas son válidas.

Alguna vez Andrés Calamaro nos dijo que “hay mil formas de grabar un disco”…

Sí, y tiene que ver cómo lo grabes, es algo muy personal, pero no influye en un resultado. No se puede evaluar diciendo se grabó así, por eso no suena así. Eso no tiene nada que ver. Hay discos que se grabaron por separado y son una maravilla, incluso parecen tocados. Y hay otros donde tocan todos juntos y parece un trabajo casi arquitectónico armado pieza por pieza.

¿Con el tiempo el ritmo y la melodía han superado a la letra en las canciones?

Y bueno cada uno encuentra su equilibrio. Aquí tenemos grandes maestros letristas como Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Kiko Veneno. Todos muy distintos claro, pero tienen una gran importancia. Las letras son un tema, yo he escuchado toda mi infancia y juventud canciones donde no entendía nada lo que decían las letras, y no me importaba. Y yo hacía mi propia interpretación por la música, la melodía, por cómo estaba cantado. Yo sabía que Penny Lane o Strawerry Fields Forever eran canciones melancólicas. Y me daban pistas las pocas palabras que entendía. O Bob Dylan, que es el letrista por excelencia, es el que más palabras puede llegar a poner, y aunque no entienda nada, me gusta igual y me transmite igual. Es un poco relativo, es encontrar la musicalidad en las palabras, no solamente encontrar un sentido siempre. Charly García, como con palabras abstractas está describiendo cosas que no son nada abstractas. Todos entendemos porque son códigos que están ahí.

 

¿Mencionas a Charly García y Bob Dylan y también entender en el contexto en que fueron publicadas esas canciones no? El que decir y en qué momento…

Eso es increíble. En esos discos clásicos, de los Stones también, cuando de repente pasan de la psicodelia a la época combativa, y describir todas las convulsiones sociales que vivieron en el año 68 por ejemplo, como está expresado en las canciones, en los títulos. Y eso es maravilloso. Gente que tiene una trayectoria tan larga, los Stones hicieron eso por lo menos hasta el disco “Some Girls” que conectaron con el punk. Podés ver incluso la línea histórica de lo que estaba ocurriendo en la sociedad por sus discos y sus canciones. Y es muy impresionante, como chicos tan jóvenes en ese momento captaban tan bien e incluso se anticipaban.

¿Qué fue más difícil para vos… dejar de ser un Tequila o un Rodríguez… o nunca dejaste de serlo?

Algo siempre queda, pero las realidades cambian, a veces drásticamente. Y yo creo que el cambió más drástico fue el de Tequila. Porque era mi primera experiencia, yo no había conocido otra cosa que no sea Tequila, esa fue la primera vez que me colgué una guitarra eléctrica y enchufé un Marshall, con una batería de verdad, con un tipo tocando y no con guitarra criolla y unos bongos (risas). Tenía 16 años cuando comencé y dejar de ser un Tequila fue de repente como que el suelo desaparezca. Viene un terremoto y te quedas en el aire. Creo que a todos nos dejó muy tocados, cada uno lo llevó como pudo. Luego el nivel de popularidad de Tequila fue muy grande. Había en esa época una Tequilamanía, enfocado a las chicas. Fue una manía muy histérica, era raro aprender a convivir con eso de repente. De no poder salir a la calle, momentos de histeria, entonces yo agradecí mucho eso en algunas cosas. Al poco tiempo me fui a vivir a Buenos Aires, dónde yo prácticamente era 100% anónimo. Lo agradecí mucho también y me hizo muy bien. Fueron cuatro años viviendo entre 1986 y 1990. Pude romper con esa mochila que llevaba encima que era ser un Tequila.

Fue una desconexión necesaria…

Sí, además nos convertimos en viejas glorias siendo muy jóvenes (risas)

Eran unos niños…

Éramos unos niños y los tiempos cambiaron muy rápido. Tequila se quedó en un momento que fue la transición, de repente llegó la modernidad, llegó la movida, llegó el punk, y Tequila se quedó un poco desfasado. Luego el tiempo rescata lo que había de valioso en eso, era una banda de rock and roll, tocando muy bien y componiendo canciones juveniles. No eran canciones de temática adulta, pero con muy buena onda y muy bien hechas. Por suerte el tiempo jugó a nuestro favor, y ahora en vez de que vengan las chicas a agarrarme del pelo, vienen unas señoras que me dicen “yo llevaba tu foto en la carpeta cuando iba a la escuela, gracias por todo lo que nos diste” (risas).

¿Ese agradecimiento te queda como artista porque fueron parte de la vida de una generación?

Totalmente. Esa es una frase que hay una generación que lo lleva en el corazón.  Tequila fue como si hay un tipo en el desierto muerto de sed y le das una cantimplora. Eso fue lo que significó para toda una generación. Dimos en la tecla pero fuimos totalmente ignorantes porque ni siquiera conocíamos la realidad española. Éramos dos argentinos haciendo las letras (risas).

Ustedes crearon un movimiento que se dio justo en ese contexto…

Sí y luego explotó. El primer año estuvimos solos, para bien y para mal. Y después claro, fuimos pioneros, pero eso tuvo sus ventajas y desventajas. Todo está por hacerse pero hay que sacar la pala y el pico e ir abriendo el camino (risas).

¿Por qué Tequila no llegó a Argentina? Y sus canciones no sonaron hasta mucho tiempo después…

Es totalmente comprensible por varias cosas. En primer lugar porque no podíamos ir Alejo y yo por motivos políticos. En segundo lugar, el mundo era otro mundo. No podíamos ir cargando los discos para hacer patria. No llegábamos, nuestra compañía era española,  y el cruzar de España hacia Argentina o viceversa fue una cosa que apareció luego.  Eran muy locales las bandas, tampoco llegaban aquí, salvo Moris y Tequila pero porque vivíamos en España. Una pena, yo creo que también el momento musical en Argentina en el año 1978/79 era muy distinto, no sé si un grupo como Tequila en ese momento no hubiese parecido como un rock muy simplón. Eran momentos muy progresivos.

 

Cuando se fueron de Argentina con Alejo se llevaron toda la data musical que vivía el país en ese momento…

Nosotros sabíamos que queríamos hacer rock, e íbamos a ver a La Máquina de Hacer Pájaros, a Crucis, teníamos sus discos. Y creo que también, menos mal, nos abrió mucho la cabeza. Creo que el universo musical es bastante desprejuiciado, aunque hay cosas que cuestan asimilar, pero eso es muy importante e interesante. Poder mezclar todo eso en una propia casa, o en la misma mañana, escuchar música clásica o brasilera (risas).

Hay bandas que cumplen su ciclo y está bien… y otras como Los Rolling Stones que siguen durante décadas…

Creo que hay un momento en dónde no podés dejar de ser un Rolling Stone (risas). Ya está, ojalá todavía les queden décadas. Pero llega una altura, si a mi me costó dejar Tequila imagínate… y se la pasan muy bien tocando.

Igualmente con Tequila tuvieron ese reencuentro…

Más que con Tequila el reencuentro fue con Alejo. Pero bueno, faltaban tres. Pero es un repertorio que para un guitarrista que le gusta tocar rock, es muy agradable. Y volver a estar a un costado de un escenario tocando libre, concentrado en mi guitarra, mi sonido y disfrutar de mis pedales fue un ejercicio muy disfrutable.

También con el documental final recordando esas épocas porque hoy los escuchan los hijos o nietos de los que iban antes…

En los conciertos hemos visto familias enteras, y en cada fiesta, en cada noche de borrachera, se escucha algún tema de Tequila (risas).

¿Tal vez lo veas mucho más lejano, pero un reencuentro con Los Rodríguez es posible?

No lo veo fácil. Yo que soy siempre bastante perfeccionista en lo que son las bandas, siempre tuve un poco ese rol, de armar los conciertos, pienso que es muy difícil volver a hacer eso. Los temas de Los Rodríguez tenían muchos matices, estábamos muy engrasados tocando, a parte de todas las otras cuestiones que son la agenda, ponerse de acuerdo, convivir, un montón de cosas, está la parte musical. Yo para tocar todo lo que tocaba con Los Rodríguez tengo que ensayar dos meses (risas).  Estábamos muy en forma, teníamos muchas horas de local de ensayo, vivíamos tocando. Es muy difícil, seguro vas mejorando según pase la gira, pero de golpe encontrarte con un reencuentro, con la gente, tener que rendir, creo que sería mucha presión en cuanto a cómo lo reproduciríamos eso. Nuestra manera de tocar cambió, nuestras voces cambiaron.

No sería lo mismo…

Sería emotivo, pero lo veo difícil, hay que coincidir demasiados astros ahí.

La gente lo pide…

Pero pasaron muchos años ya…

Hay una unión musical importante entre Argentina y España, no solo por el idioma, pero se debe a artistas como vos que continuamente fueron llevando y trayendo música…

Nosotros fuimos el primer puente. Ahora es muy normal que artistas argentinos vengan a España, y también de Latinoamérica, es impresionante, y están metiendo mucha gente a parte. Eso se contagia, las ciudades españolas son ciudades cosmopolitas, los niños, desde muy chicos conviven con muchas nacionalidades y se intercambian las músicas. Hay que brindar por eso, eran historias musicales que iban por distinto lado, al menos cuando yo llegué a España era así, parecía difícil de conciliar, y las nuevas generaciones y estilos hoy son más internacionales.

¿Te veremos por Argentina tocando en algún momento?

No es fácil para mi. Si fuese fácil lo haría en cualquier momento. Pero llevarme toda la banda ahí es muy complicado. Una vez lo hice y me fue muy bien, pero fue mucho trabajo y muy estresante, conseguir que las miradas funcionen y sacar un repertorio para que funcione. Y la verdad es que ahora, cuando voy a Argentina, voy por muy poco tiempo, y muy enfocado a estar con mi familia. ¿O voy a ver a mi padre o voy a hacer un concierto? No puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo porque nos vemos poco.

Hay que aprovechar el tiempo de la familia…

Estamos hablando de música pero eso es algo que nos pasó a nosotros con el exilio, ese núcleo familiar se rompe, yo armé mi familia con mi mujer e hijos españoles. Y entonces de repente nos vemos poco y estamos todos grandes.

Y lo aprendés a valorar con los años, es el tiempo perdido por hacer otras cosas…

Yo me fui a vivir cuatro años a Argentina y creo que a mis padres los he visto cuatro veces (risas). Tenía 26 años, tenía mucho tiempo por delante para estar con ellos (risas). Andaba en otras cosas también, tampoco perdí el tiempo…