2 de agosto de 2023

Por Damián "Puma" Gaspari y Fernando "El Dr." Garay

Músico, compositor, arreglador, multiinstrumentista y vocalista uruguayo. Uno de los referentes de la música latinoamericana y ganador del Grammy Latino a la excelencia musical. Llega a La Plata para tocar el sábado 5 de agosto en Guajira en el marco del “80 aniversario Tour”. Entra en La Cueva: Hugo Fattoruso…

¿Qué show esperamos el sábado el Guajira en el marco de esta gira por los 80 años?

Estamos felices de llegar a La Plata con Albana Barrocas. Somos un dúo con cinco discos grabados, dos para Japón. Vamos eligiendo repertorio pero generalmente tocamos lo más fresco, sabroso y picante.

¿Es difícil después de tantos años sentarse a seleccionar canciones?

No es difícil, precisamente porque tenemos un repertorio muy amplio con el dúo, son temas que hemos tocado y los tenemos muy familiarizados. Es una satisfacción muy grande. Lo que hacemos no es solamente nuestra profesión sino nuestra pasión. Por eso estamos agradecidos de tocar con el público porque un disco jamás va a reemplazar lo que significa para una persona estar en un show en vivo.

¿Y tocar en Argentina qué significa?

En Argentina nos tratan como a hermanos e hijos. Tenemos mucha suerte cada vez que cruzamos. Además tenemos varios shows en el recorrido también tocando con la orquesta de Juan de Dios Filiberto. Son shows para celebrar dentro de lo que se puede celebrar hoy en día con todo lo que pasa en el planeta.

Hace poco hiciste una excepción y festejaste tu cumpleaños tocando…¿cómo fue eso?

Fueron dos veladas muy lindas. La música es lo que engalana a cualquier promoción, palabra o artículo. La música le gana a todo y nos acepta a todos, a los que saben leer, a los que no, a los que componen, a los que no, a los que desafinan, no importa. La música es muy grande. Esas dos veladas con amigos que vinieron a tocar, el público disfrutó de buena música, dicho con total humildad.

Alguna vez dijiste que eras un artesano en lo que hacés, es un oficio más que una profesión y si no emociona no sirve…

Exactamente, la música es pura emoción. No se puede agarrar, la música se siente con el alma.

¿Cómo es tu historia con el tambor?

El tambor tiene una preponderancia y una parte muy especial en el alma de las personas. En nuestro caso, en Montevideo,  estamos escuchando estos tambores desde siempre. África está en Uruguay  desde siempre, desde que llegaron a estas tierras en forma deplorable, todo el mundo sabe cómo llegaron. En estas costas se quedaron personas de Zambia, Angola, El Congo, Nigeria, que los trajeron espantosamente mal, pero ellos crearon el ritmo del candombe. Este ritmo fue creado por africanos pero no es africano, nació en Montevideo. Y mi padre me llevaba de bebé a ver los tambores, en una era en la que no mucha gente iba a verlos. No estaba bien visto. Y eso me sedujo y me conquistó. Y después de grande, luego de vivir un tiempo afuera y volver al terruño, uno ve el significado en la vida de la conversación de los tambores, la importancia del pulso africano, que lo tienen solamente los africanos. El tambor está en las paredes de los barrios de Montevideo.

¿Por dónde empezás el recorrido de estos 80 años de vida relacionada con la música?

Mi casa era muy musical. Mi madre era tejedora y atendía a mi hermano Osvaldo y a mi. Tejía para ingresar dinero extra y escuchaba la radio. Siempre escuchaba la radio oficial, esa radio pasaba clásicos de Beethoven, Bach, Chopin, etc. Y también zarzuelas y canciones pop, que eran las canzonettas italianas. Esas melodías le ganan a todo el mundo. Mi madre escuchaba eso y cantaba parte de las óperas. Mi padre, por su lado, le gustaba el jazz blanco de Tommy Dorsey, Benny Goodman y Glenn Miller. Y el jazz negro de Louis Armstrong, Art Tatum, Duke Ellington. Y en esta casa donde vivió mi querido tío “el tito”, que era gardeleano convivió toda esa música. Había música todo el tiempo.

¿Y cuando tuviste que investigar tu propia música porqué lado fuiste?

En realidad yo no soy purista de ningún género. No soy tanguero, no soy folklerista, no soy jazzista ni bolerista, aunque compongo temas que pueden estar en esa rama. Puedo decir que comenzamos a proponer con mi hermano Osvaldo a partir del grupo Opa, antes de eso tocábamos un montón de cosas, incluso quisimos imitar a The Beatles cosa que es imposible. Pero luego de eso empezamos con la fusión.

 

The Beatles le partieron la cabeza a toda una generación…

The Beatles son imbatibles. Son como Gardel, cada día cantan mejor. Son unos animales, capos indiscutibles en todo sentido, en la letra, en la innovación, propuesta musical, buen gusto.

¿Qué hay de cierto que con Opa se presentaban en boliches de la mafia en Estados Unidos?

No sé si eran de la mafia. Pero cuando regresé en la segunda etapa a Estados Unidos me encontré con alguien que trabajaba en esos boliches y le preguntaba por gente y me decía “a ese lo mataron”, y le preguntaba por otro y me decía “a ese también lo mataron, vos sabés como son las cosas”. Entonces el relato iba por ahí, nosotros nunca vimos nada, nos trataban como bebés. Ahí la pasamos muy bien, no sé si eran boliches de la mafia pero no eran para estar haciendo bromas.

¿También tuviste relación con grandes figuras del jazz como Herbie Handcock?

Vivíamos a dos cuadras de distancia. Mi hijo, “el ciruela”, que tenía diez años iba a jugar con Herbie a los jueguitos electrónicos. Jugaban a  uno de fútbol americano. Y se peleaban y se hacían trampa (risas). Una vez en la casa de Herbie hice un asado para un contingente de músicos increíbles, toda gente que toca música sincera.

¿Es mucho laburo buscar la perfección musical?

Es una utopía (risas), pero estoy encima como martillo en el clavo todo el tiempo sin parar porque te come el león.

¿Cómo es tu relación con el acordeón?

Fue mi primer instrumento, pero luego me separé más de cincuenta años del acordeón. Hasta que un día Jaime Roos me invitó a grabar un tema y me dijo que tenía que tocar el acordeón. La canción era “El hombre de la calle”. Entonces conseguí uno prestado de un amigo brasilero. Y luego, Jaime me dice que al final serían dos canciones más para un show, y ahí dije tengo que comprar uno. Y a partir de ahí lo redescubrí, me enamoré del acordeón. Es parte de mi corazón y mi alma.

Incluso tenés un acordeón en Japón…

Y uno en Argentina! En Japón está custodiado por mi compañero de Dos Orientales, Yahiro Tomohiro. Con él vamos por la gira número quince en Japón.

¿Cómo comenzás tu relación musical con Yahiro Tomohiro?

Tuve la suerte de viajar en el año 1985 para tocar. Y una amiga me dijo que había un músico japonés que hablaba muy bien español y era Yahiro Tomohiro. Ahí me conocí, y en 1986 regresé. Le dejé un papelito con el teléfono de mi prima, porque en esa época no tenía en mi casa aún. Y desaparecí por diez años. Tomohiro me empezó a buscar en Brasil con sus amigos en 1995. Ahí llamó a mi prima porque todavía tenía el papelito, pero yo vivía en Nueva York, así que le pasaron el número y me contactó para hacer una gira. En esa primera en Japón también estuvo Pedro Aznar. A partir de allí somos compañeros y se fueron repitiendo las giras. Con el tiempo trabajamos como dúo y desde 2006 somos “Dos Orientales”.

¿Y tu relación con la música brasilera?

Soy uno de los millones de personas seducidos por la música brasilera. Tuve suerte de trabajar con músicos de distintos lugares de Brasil, de compartir la emoción de la música de allí. No tengo palabras solo puedo decir que fue muy enriquecedor. La simpatía brasilera solo existe ahí. Es una fiesta, incluso mi hija es carioca. Cosas inolvidables que pasaron en mi vida fue gracias a músicos brasileros.

¿Te gusta lo que suena hoy en día en las radios?

El escucha elige lo que quiere escuchar. No sé qué hubiera pensado Stravinski de John Lennon, capaz no le hubiera gustado.

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