Por Nacho Yerón Mayoral
Esta historia va sobre la magia. ¿Existe realmente? Yo creo que sí, y voy a defender con hechos la existencia de, al menos, dos tipos de magia. En primer lugar, creo que hay personas que tienen magia, y la irradian a todos los que tienen la suerte de entrar en su círculo de confianza. En segundo lugar, la magia de la música, la cual da aún más sentido a este artículo.
Sergio Aznárez es la persona más cargada de magia que he conocido en la vida. Nació con una microftalmia severa, sus ojos eran del tamaño de una cabeza de alfiler. Se los extirparon poco antes de dejar el hospital tras su nacimiento. Durante su infancia, a los 6 años se le diagnóstico autismo. Un profesor de magisterio le enseñó piano, y eso conectó a Sergio con la vida y le dibujó su característica sonrisa.
Conocí a Sergio a través de mi pareja, que también fue su terapeuta en el pasado, y que guarda con su familia y con el propio Sergio una relación de amistad de la que quiso hacerme partícipe. Recuerdo que todos mis nervios se disiparon al momento de conocerle, tal vez a causa de esa magia que pretendo demostrar con estas líneas, y lo que más me impresionó fue la cordialidad y el buen humor que toda su familia desprendía.
A partir de ahí, hemos tenido la suerte de ser partícipes de muchos momentos en la vida de Sergio. En el primer cumpleaños suyo al que asistí, le regalé un CD con canciones de Prince al piano, la mayor parte de ellas sacadas del disco "One night alone" en las que, salvo pequeños arreglos de percusión y efectos, el piano y la voz son la base de todas las canciones. Su madre, Mari Ros, siempre me dice que es uno de sus CDs favoritos y que lo pone constantemente, y yo al oírlo me hincho orgulloso como un pájaro al inflar el buche.
El piano es sólo un ejemplo de las muchas actividades que ha desarrollado en su vida, aunque quizá sea la más emocionante. Escucharle es un placer y una satisfacción increíbles. No dudé en "ficharle" para que tocara en mi boda. Aceptó tocar una pieza clásica en la intro y el final de la ceremonia, pero a condición de que en el medio pudiera tocar su canción favorita, "Singing in the rain". Por supuesto no le negué ese privilegio y la tocó de principio a fin en un momento, como no, mágico.
La historia de su vida ha quedado plasmada en el documental "La sonrisa verdadera", proyecto familiar que narra la aventura de Sergio y su hermano Juan Manuel al recorrer en tándem la distancia que separa Cuenca de Tineriz, un pequeño pueblo de las montañas Atlas de Marruecos, para que Sergio se reencontrara con Mati, su antigua profesora, una persona que para él sin duda está cargada de magia.
El comienzo del documental es el mejor ejemplo de lo que su familia ha supuesto para él. La manera en la que su hermano diseña el mapa, señalando con chinchetas cada alto en el camino, y uniendo las chinchetas con una cuerda para que Sergio entienda la magnitud del viaje y de las distancias, es la manera elaborada y cariñosa con la que han diseñado y cuidado cada momento vital de su vida, y que le ha permitido llegar a cotas inimaginables de superación de las barreras con las que se ha encontrado.
Acudimos al estreno del documental en la Cineteca del antiguo Matadero de Madrid, con la ilusión de ver su enésimo ejemplo de superación y de actitud ante la vida, y en mi caso para ser testigo de la existencia de la magia de la música. Viendo el documental, me embargó un sentimiento de "envidia sana" por no haber sido parte más activa de aquella aventura, yo quería estar ahí con Sergio y con Juanma de alguna manera, y lo que no sabía era que la magia estaba a punto de darme una gran satisfacción.
Aproximadamente en el minuto 45 de la cinta, hacen una de las paradas del camino en un alojamiento de un pueblo de Marruecos. La cámara fija enfoca a Sergio, que sentado en la cama empieza a hablar en alto, en un ejercicio muy típico suyo en el que, repitiendo frases, recuerda momentos y aprendizajes de su vida. Tras unos minutos hablando, se recuesta sobre la cama y empieza a golpear rítmicamente una de las patas traseras, y exactamente en el 49:14 dice claramente: ¡Prince!
Mi sorpresa fue mayúscula, y ese momento es desde entonces mi tesoro particular. De hecho, lo he comentado en reuniones posteriores con la familia, y nadie me ha creído ni se ha percatado del detalle, así que uno de los objetivos de este artículo es sacar a la luz el 49:14 para, egoístamente, volver a sacar pecho como un gorrión. Por eso esta historia va sobre la magia. Porque existe realmente. La magia de la sonrisa de Sergio, verdadera y pura porque nunca ha visto sonreír, y la magia de la música, que hizo posible que, finalmente, sí que hubiera un granito de arena con el que pude ser partícipe de un proyecto tan emocionante.
Documental en Youtube
Puedes ver esta historia y más a través del blog http://7dias7notas.blogspot.com/ en colaboración con La Cueva Cultural.