Por Damián Zárate

Actor y Director. Brilla en TV, teatro y cine. Ganó el premio Ace de Oro y Estrella de Mar de Oro. Sus obras más reconocidas son “El amateur” y “Toc Toc”. Hoy presenta “El Equilibrista”, un espectáculo dónde el encuentro de sí mismo se da con la búsqueda en sus antepasados. Entra a La Cueva: Mauricio Dayub…

¿Te emociona la repercusión de “El Equilibrista”?

Son momentos emocionantes. Éste espectáculo me tiene así todo el tiempo, porque se cuenta una historia personal que incluye a mi madre, mi abuela, mis tíos. Y tener tanta empatía con el público, tanto reconocimiento emociona.

¿Pensaste que con una obra tan personal ibas a llegar a tanto?

Uno nunca cree que su familia puede jugar en las grandes ligas (risas). Y de pronto la historia que se cuenta termina siendo la historia de la familia de los espectadores. Es muy hermoso. Muy emocionante tanto para mi como para el público.

Llevas al espectador de la risa a la emoción todo el tiempo…

Sí, me lo dicen y quedo maravillado. Esas no son cosas que se ensayan, eso sale natural. No soy propietario de esa virtud porque es mágico. Una de las primeras personas que vio el ensayo de la obra me dijo “va cayendo una gotita todo el tiempo y llega un momento en que esa gota rebalsa y son lágrimas, pero no te vas dando cuenta”.

Vos tenías otras cosas proyectadas para el año y finalmente termina siendo una obra dónde vas a recorrer el mundo por años…

Nunca se sabe por qué salen las ideas o las necesidades. Cuando suceden estas cosas, de ser premiado con el oro en Buenos Aires y en Mar del Plata, uno se pregunta dónde estaba cuando decidí hacer esto. La verdad es que no se sabe nunca y es difícil resumirlo. Son procesos que se van dando.

 

¿Mientras pensaban la obra pensaron que iba a darse de ésta forma luego?

Mientras la íbamos desarrollando captábamos los momentos. Siempre fuimos sumando y sumando. Luego el público se sentó a ver el espectáculo y la repercusión mostró todo eso.

¿Cómo es la historia del árbitro que interpretas?

Unos de mis tíos era aficionado. Vivía con la madre, con poca vida social y amorosa. Siempre estaba cuidando a su madre hasta su muerte. Que se dio en una camilla, en un vestuario de árbitro en la cancha de Cambaceres. Y a la semana siguiente trabaja con una mujer de lineman, y en una jugada incómoda dónde necesita la asistencia mira hacia el lateral y la mujer le hizo señas, como si tuviera la verdad de lo que había pasado. Se acercó, sintió que era la mujer de su vida, la besó en la cancha y se fueron a los vestuarios. Lo empezaron a putear todos porque no cobraba nada y dejó el partido (risas) Y los dos perdidamente enamorados, pero el final no te lo cuento así vienen a ver la obra (risas)

Están con la obra en Buenos Aires y Mar del Plata…

Sí, estamos agotados pero felices. Los martes estamos en Buenos Aires y de miércoles a domingos en Mar del Plata. Tenemos una satisfacción enorme.