Por Axel Velázquez

5 de octubre de 2020

1970 es un año clave en la historia del rock no solo por marcar el fin de The Beatles, Jimi Hendrix o Janis Joplin, o de ser testigo del reinado de Led Zeppelin, o de haber dado a conocer al mundo a Deep Purple con la legendaria “Mark II” y su tan importante disco “Deep Purple In Rock”, sino también porque fue el año en que apareció Black Sabbath.

El carácter tan diverso y heterodoxo de la música rock a partir de la década de 1970 impone valorar con otros criterios el nuevo movimiento que engloba tantas corrientes como el hard rock, el heavy metal, el glam rock, el rock progresivo, entre otros. El primer llamado importante al heavy metal lo hizo Black Sabbath con el lanzamiento de su disco debut, fecha que la historia a nombrado como el nacimiento oficial del heavy metal, así que para no bajar la guardia ante la creciente aparición de numerosas bandas que buscaban un lugar dentro del reciente género -que ellos, sin saberlo, protagonizaban-, Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Bill Ward y Geezer Butler se disponían a hacer otro álbum que continuara o superara la línea del primero, una meta de por sí complicada. Tanto la banda como la discográfica se encontraban muy entusiasmados con el resultado de su disco debut; y a pesar de las malas respuestas de los críticos, las constantes giras en Europa no hacían mas que confirmar el éxito que la banda gozaba, así que se pusieron manos a la obra.

Las canciones se escribieron durante los viajes de carretera en la camioneta en la que se transportaban de presentación en presentación. De hecho, muchas de ellas estaban listas para el primer álbum, pero finalmente no salieron, así que era momento de tomarlas en cuenta para este nuevo disco. El increíble talento de la banda para trabajar en equipo rápidamente dio frutos, y el don de Tony Iommi para crear decenas de riffs parecían venir de un modo inesperado. Nadie en aquella época hacía los riffs de Iommi. En cada ensayo, el guitarrista proponía una idea nueva a la que todos se sumaban con sus instrumentos dándole forma a cada una de las piezas, como si supieran exactamente qué debían de tocar. Por alguna razón, esa era la esencia y la magia de la banda. Siempre apostaron por la espontaneidad durante largas jornadas de jam sessions en los tiempos libres que tenían en ensayos o pruebas de sonido. Muchas de las ideas musicales generadas en estos lapsos se convirtieron en piezas finales para el disco, así que empezaron a presentarlas en los conciertos para mejorarlas y pulirlas en su totalidad. 

 

Fue entonces que durante julio y agosto de 1970 nuevamente bajo la dirección del productor Roger Bain y tan solo cuatro meses después de haber publicado su primer álbum, el cuarteto se encerró en los estudios de grabación Regent Sound donde grabaron la parte instrumental de todos los temas y posteriormente en los estudios Island para grabar exclusivamente las voces y efectos de sonido, pocos, pero evidentes, basados fundamentalmente en reverberaciones y ecos. El ingeniero de mezcla fue Tom Allom, quien trabajó con la banda en su disco debut, y en tan solo dos días el disco quedó terminado.

El nombre elegido para el disco fue “War Pigs” pero rápidamente fue cambiado a “Paranoid”. La mayoría concuerda que el cambio de nombre fue porque “War Pigs” se consideró poco adecuado por el clima bélico que se vivía debido a la Guerra de Vietnam que se encontraba en su punto más crítico, sin embargo, según la autobiografía de Ozzy Osbourne:

“El cambio de nombre no tuvo nada que ver con la Guerra de Vietnam, y se debió enteramente a que Vértigo, la compañía discográfica, decidió que el álbum sería más fácil de vender si llevara el nombre del sencillo, que ya había tenido un éxito significativo”.

Por esta razón, la portada de “Paranoid” parece no tener sentido. Diseñada por el ilustrador Keith MacMillan, mejor conocido como Marcus Keef, muestra a un guerrero con armadura, un escudo y una espada, dibujo que pensó para el título original de “War Pigs”, pero cuando Vertigo decidió cambiar el nombre, por alguna razón no pensó en cambiar también la portada.

 

ANÁLISIS CANCIÓN POR CANCIÓN

 

War Pigs

El disco comienza de manera contundente con “War Pigs”, escrita por Geezer Butler. Con una duración superior a los 7 minutos, es considerada por muchos fans y metaleros como la canción más grande de Black Sabbath y una auténtica obra maestra del heavy metal de toda la historia. Los constantes cambios de ritmo, los enormes riffs de Tony Iommi, cargados de blues que parecen no tener fin, dan forma y color en cada compás de la canción. Tony enfoca su solo de guitarra simplemente espectacular, con una dirección melódica muy clara y fácil de memorizar. Geezer Butler toca líneas de bajo muy creativas y llenas de fuerza con clara tendencia a la improvisación, abriendo la sonoridad constantemente con el increíble trabajo en la batería de Bill Ward, con esos breaks tan poderosos y protagónicos, quien dictará gran parte de las reglas de cómo tocar la batería en el heavy metal. Todos estos elementos en conjunto hacen de este tema una de esas piezas obligatorias para entender las raíces más profundas y honestas del metal.

La letra es uno de los puntos más fuertes de la canción. “War Pigs” contiene una de las letras de protesta más grandes que se hayan escrito. La comparación de los políticos con los cerdos que provocan la guerra pero que envían a luchar a los más pobres es satíricamente brutal. Recuerda mucho a la fuerza lírica de “Master of war” de Bob Dylan. “War Pigs” será una de las primeras canciones que demuestre que también el metal puede incluir versos anti belicistas y de protesta

 

Paranoid

La que se considera como la canción que dictó las pautas para tocar heavy metal de ahí en adelante, surgió de manera espontánea con una de las anécdotas más increíbles y populares de la historia del rock. Cuenta la leyenda que mientras la banda estaba descansando en la sala de ensayos, todos fueron a comprar unas cervezas menos Tony, quien se quedó creando algunos riffs. Precisamente en esos riffs surgió el del “Paranoid” y para no olvidarlo, Tony se quedó tocándolo durate algunos minutos para hacer tiempo en lo que llegaban sus compañeros. Una vez todos reunidos, a la banda le tomó alrededor de 25 minutos en tenerla completamente lista. En palabras del baterista Bill Ward:

“Nos faltaba una canción para tener listo el álbum. Estábamos en los estudios Regent Sound, y con la presión de nuestro mánager encima, Tony se ajusta la guitarra y comienza a tocar el riff inicial de lo que es ahora ‘Paranoid’ y luego todos nos unimos. Eso fue todo. Tomó veinte minutos en tenerla lista. Ozzy ya tenía algunas ideas para las melodías.

Cierto o no, resulta increíble que una canción tan importante haya surgido de esta manera, pero esto habla también del proceso creativo que llevaba la banda para componer sus canciones. Recuerden que casi todas las canciones del álbum se grababan así, mediante el desarrollo de ideas que llegaban a la mente principalmente del guitarrista, por lo que no resultaría nada extraño que uno de los himnos del rock de los últimos 50 años haya sido creado de esta manera.

Musicalmente es sencilla en su ejecución, pero en el desarrollo de las ideas es destacable. El riff inicial no se repite nunca en la canción, una vez entra la batería, “Paranoid” se fija firmemente en una sección rítmica muy bien lograda, con un bajo machacante en todo momento en corcheas al mismo tiempo que el rasgueo de guitarra, elemento presente en casi todos los subgéneros del heavy metal que aparecieron después, aunque hemos de decir que tenemos casos previos donde se utiliza este recurso. La voz de Ozzy, por otra parte, no destaca como en otras canciones, aunque no por eso es peor. Algunos fans han sugerido que Ozzy pudo haber sonado más heavy como los demás integrantes. El peso del tema cae principalmente del lado de los instrumentistas.

La letra claramente demuestra la inconformidad de una persona que ha caído en paraoia debido a que no ha encontrado algo que lo haga feliz.

“Acabé con mi mujer porque no podía ayudarme con mis problemas mentales. Las personas creen que soy un demente porque frunzo el ceño todo el tiempo. Todo el día pienso en cosas, pero nada parece satisfacerme. Pienso que perderé la cabeza si no hallo algo para alcanzar la paz. ¿Puedes ayudarme? Pensé que eras mi amigo. Necesito a alguien que me muestre las cosas que no puedo alcanzar en la vida, no puedo ver aquello que me hace feliz, debo estar ciego”. (Paranoid)

¿Por qué será que muchas bandas de los años sesentas y setentas hablaban de esta sensación de falta de felicidad, de insatisfacción y de una profunda soledad? Muy probablemente eran los problemas generacionales y la insatisfacción de vivir en un mundo de posguerra invadido por la industria de consumo. Black Sabbath se va a caracterizar por incluir en sus letras temas de actualidad, de lo que pasaba en las calles, con la gente, y de las inconformidades que ocurren en el mundo, y esta fórmula les quedó estupendamente bien. Este carácter de hacer primero hard rock y después heavy metal con fuerte contenido social y político, constituye una de las mayores fuerzas del género y que afortunadamente perdura todavía hasta nuestros días. Prueba de ello tenemos las canciones de Black Sabbath, Iron Maiden, Sabbaton, Metallica, entre otros. Sin contener una letra demasiado profunda, “Paranoid” es un excelente ejemplo de que una canción con buen contenido lírico también puede ser muy exitosa, sin duda, un elemento que se extraña mucho en la industria musical mainstream actual.

Planet Caravan

Tras dos bombas de energía, la banda nos sumerge en un tema hipnótico en donde predomina el bajo de Geezer y una cuidadosa ejecución de congas de Bill Ward, que aún con suma sutileza, es protagonista. “Planet caravan” no es una canción dominada por un riff principal, pero es un modo de demostrar la habilidad y versatilidad de crear ese tipo de cualidad ambiental que a menudo se pasa por alto en lo que Black Sabbath hacen.

Tony Iommi experimenta con efectos de guitarra con el pedal wha wha, influencia directa de Eric Clapton y Jimi Hendrix, por supuesto, que le otorgan un ambiente psicodélico y experimental muy adecuado a la canción, además de ejecutar al final uno de sus solos más íntimos que grabó con la banda de claros acercamientos al jazz. Tony solía tocar algunas cosas de Joe Pass o Django Reinhardt, estilo que por supuesto no encajaba en nada con el estilo de Black Sabbath pero que en “Planet Caravan” por fin podía incluir.

Sorprendentemente, Ozzy Osbourne canta en un registro muy inusual, con un efecto logrado a través de un altavoz Leslie que ayuda a amplificar los agudos con efecto de vibración, lo cual logró que la voz sonara como si estuviera cantando dentro del agua. Esto resultó excelente para la estética final del tema. En adición, el propio ingeniero Tom Allom grabó las pistas de piano del final. Sin ser partidario de escribir canciones típicas de amor, Geezer habla del tema de una manera particular, trata de flotar en el universo con su amante, de tomar una nave espacial hacia las estrellas, a lo largo de la galaxia y dejarte flotar junto con ella como si fuera la última noche en tu existencia.

Sin duda, “Planet caravan” es una canción atípica para el disco y también dentro de la carrera de Black Sabbath. Una canción tranquila en medio de contundentes cortes de rock que demuestra que la banda podía hacer temas de una suavidad desconocida para los que están acostumbrados a los altos decibelios de Sabbath.

 

Iron Man

Otro de los pesos pesados del álbum y uno de los más grandes clásicos de la historia del rock. Es de destacar la ejecución de Tony Iommi y Geezer Butler que tocan en unísono, es decir, al mismo tiempo la misma línea melódica. Por su parte, Bill Ward cumple perfectamente embistiendo con breaks en su instrumento de forma muy precisa siempre apoyando al riff principal lo cual le otorga una firmeza suprema de principio a fin. La introducción con fuertes bombos de batería y con la voz alterada de Ozzy nos anticipa el ambiente en que se desarrollará la canción para dar lugar al legendario riff de Tony Iommi que una vez más, nos sorprende con su facilidad para crear riffs tras riffs. Finalmente, tras un break de batería de Bill Ward, la canción nos sumerge en una energía increíble completada con la voz de Ozzy Osbourne y la particular letra escrita, como de costumbre, por Geezer Butler. A mitad de la canción, la banda decide subir la energía al máximo nivel con un excelente solo de guitarra de Tony Iommi para retomar el riff y velocidad inicial otra vez, lo cual, por cierto, les quedó de maravilla.

Por ese entonces, Geezer estaba bastante sumergido en el universo de la ciencia ficción. En 1970, la moda era la carrera espacial por lo que no era extraño que se inspiraba en ese tipo de historias para contar muchas de las cosas sobre las que escribía. La historia de “Iron Man” es bastante compleja y contrario a lo que muchos piensan, no tiene nada que ver con el super héroe de Marvel, esto porque los padres de Geeze Butler le prohibieron leer cómics estadounidenses cuando eran niño, por lo tanto cuando escribió “Iron Man” no conocía nada sobre el famoso super héroe. Se trata de un hombre que viaja al futuro y es testigo del apocalipsis de su propio mundo. Al regresar a su tiempo, se encuentra con un campo magnético que lo convierte en una criatura de acero, sin la facultad del habla. Al estar incapacitado para hablar, continúa intentando advertir a la población sobre el inminente fin del mundo que se avecina, pero solo se burlan de él. Enojado y amargado, el aspirante a héroe ahora se convierte en villano, desatando una furia asesina con la que destruye todo a su paso. Gezzer Butler, autor de la letra explica:

“Todo era sobre el futuro del mundo. Por entonces yo estaba consciencisado con la polución y todas esas cosas ‘hippie’. Podías ver que había un montón de cosas erróneas en el mundo y nadie decía nada sobre ello. Hacía tiempo que Bob Dylan se había desvanecido ya de la memoria actual y no había nadie que contara las cosas de las que yo quería hablar, temas políticos, así que eso fue lo que me inspiró.

Tal fue el éxito y la trascendencia de la canción que 30 años después, en el año 2000 ganó un Premio Grammy a la mejor interpretación de metal y poco tiempo después, la cadena televisiva VH1 la nombró como número uno de su lista “las 40 canciones más grandes del heavy metal”. Bandas como Alice In Chains, Marilyn Manson, Metallica, Megadeth o Green Day han versionado este clásico. Las nuevas generaciones quizá conozcan esta canción por ser incluida en la banda sonora de la película de Iron Man de Marvel en el 2008 que no hace sino afirmar la atemporalidad del tema. 

Electric Funeral

Una de las canciones más explícitas de Black Sabbath. La canción tiene el sentido de una visión apocalíptica del mundo. El tema puede ser un resumen de la paranoia, el caos y la locura que se vivía en Estados Unidos y Europa en los años sesentas. Básicamente trata de una bomba nuclear que explota en la tierra y narra todas las atrocidades que provoca, como lo cuentan las siguientes líneas:

“El reflejo en el cielo avisa a ustedes que morirán. Se avecina una tormenta, deberían esconderse de la marea atómica. Destellos en el cielo transforman las casas en pocilgas, convierte a la gente en arcilla, la radiación desintegra la mente. Los edificios se derrumban sobre la superficie agrietada de la Tierra, los ríos se convierten en fango, el hielo se derrite en la sangre” (Electric Funeral)

Este aspecto viene del hecho de que a Black Sabbath realmente le preocupaba el mundo que les rodeaba. En los años 50s y 60s en medio de la Guerra Fría, había una paranoia de ser bombardeado con armas nucleares. Vivir en la era atómica era vivir sin la esperanza del futuro porque prácticamente en cualquier momento podían soltar la bomba otra vez, por lo que lo más importante que había era el presente. La consigna de Jim Morrison “vive rápido, muere joven y que tengas un bonito cadáver” era la premisa de la generación que se disponía a experimentarlo todo sin límites y vivir la vida intensamente porque su futuro era incierto. Esto cobró muchas vidas en la música como Hendrix, Morrison, Joplin y Brian Jones quienes no alcanzaron a llegar a los años setenta.

Al igual que muchas otras canciones de Sabbath, la fuerza de la canción radica en que la guitarra, bajo, batería y voz hacen la misma melodía en unísono logrando un gran efecto de cohesión. La canción es lenta y con un aura de misterio y terror desde el sonido distorsionado de la guitarra y el carácter de la voz de Ozzy, quien sabía perfectamente cómo acomodar la voz para transmitir el mensaje de la letra. Tony Iommi nos sumerge en esas líneas de guitarra cadenciosas y alargadas que son abruptamente interrumpidas a partir del minuto 2:17 donde se pone en manifiesto un recurso muy empleado por Black Sabbath: la adición de una sección completamente diferente, para después regresar al riff inicial. La nueva sección es más rápida y más frenética más heavy metal contrastando mucho con la primera sección, parece incluso un popurrí de dos canciones distintas, influencia directa del rock progresivo, que daba a estas libertades. Quizá esto lo hacían porque la banda después de encontrar una idea, la desarrollaban hasta agotarse y no sabían cómo seguir con ella por lo que recurrían a otro riff para alargar la canción o ¿es que acaso a Tony Iommi se le ocurría un riff diferente cada 5 minutos con potencial para ser incluido en un mismo tema y desarrollarlo? Nos decantamos por la segunda opción.

 

Hand Of Doom

Llegamos a la primera canción de la banda que habla explícitamente sobre el consumo de drogas, que a pesar de no ser relevante en su tiempo pasando casi desapercibida, tenía todo el potencial para no serlo. La canción habla de la prensa manipulada de la Guerra de Vietnam que no decía por ningún medio de información que las tropas de USA que se encontraban en Vietnam, para soportar esa horrible guerra, tenían que inyectarse heroína. A Geezer Buttler se le quedó tanto el tema que no dudó en escribir sobre él. No cabe duda que los jóvenes en el frente estuvieron propensos a todo tipo de sustancias ilegales

La parte instrumental es de carácter suave al principio con ese bajo que lleva el riff principal y una batería que acompaña suavemente, pero una vez entra Tony Iommi, el tema sube en intensidad sumado a los contundentes breaks de batería de Bill Ward. Una buena demostración de cómo hacer metal manteniendo los parámetros de intensidad, creatividad, matices y cohesión. Las diferentes secciones que componen al tema reafirman aún más la inagotable creatividad que la banda tenía para hacer que una canción sonara siempre interesante.

Rat Salad

No podía faltar un corte de este calibre en un álbum tan importante. Por alguna razón, de 1966 a 1970 los bateristas de rock tenían momentos estelares en al menos una canción con sus respectivas bandas. John Bonham en “Moby Dick”, Ringo Starr en “The End”, Ginger Baker en “Toad”, Ian Paice en “Flight of the rat” o Ron Bushy en “In a gadda da vida”. Black Sabbath le tenía guardada la sorpresa a Bill Ward, quien es uno de los bateristas más grandes de la historia del rock, uno de los primeros que se mantuvo al margen de la imagen común del baterista de simple acompañamiento.

La canción surge, como todas las demás, a partir de una sesión de improvisación en donde se desarrolló un pasaje instrumental inicialmente para después abrir paso al solo de Bill Ward, que, por cierto, en momentos recuerda muchísimo a “Moby Dick” de Led Zeppelin (salvando las respectivas distancias técnicas y de influencia). Una canción imperdible para todo baterista.

Fairies Wear Boots

Una canción originaria de una parte instrumental de larga duración, destacable por el buen trabajo de guitarras de Tony Iommi y sobre todo por el larguísimo riff de guitarra que lo compone y por la dinámica de pregunta y respuesta que hacen con Bill Ward. El riff es absolutamente memorable por su longitud y su perfecta continuidad. Parece incluso un solo escrito. Se podría decir que esta canción es una sesión de improvisación bien ordenada por la cantidad de secciones que la componen, una tras otra, y todas ellas muy bien logradas.

Gezeer Buttler en todas las canciones es excelente, pero de todo el álbum sin duda en la que más destaca es en esta. Esas líneas que adornan con maestría el largo riff de Iommi rellenan perfectamente los espacios dándole un empuje desde los registros graves. Junto con “War Pigs” en “Fairies Wear Boots” el bajo se despega completamente de la guitarra para tocar líneas por separado que le brindan al tema una diversidad sonora aún mayor. ¿Quien dijo que la función del bajista es simplemente acompañar a la banda?

Curioso es que la letra no esté a la altura de la música, es simplemente cómica como su creador Ozzy Osbourne. Muchos han pensado que habla acerca de las drogas o un bizarro problema mental, pero no es así. Narra un asalto que sufrió Geezer Buttler en la ciudad por parte de una pandilla de “skin heads” nombre de una subcultura que surgió en el Reino Unido en 1969 cuya distinción era que tenían la cabeza rapada y usaban botas, de ahí el nombre de la canción. A manera de burla, Ozzy Osbourne le dedicó la canción nombrándolos “hadas con botas”.

Un digno cierre para un álbum tan grande. En poco más de seis minutos, el cuarteto de Birmingham es capaz de resumir todas sus influencias, grandes solos, arpegios y escalas, alternar riffs y el desarrollo de secciones. Una canción totalmente recomendada, digna de apreciar desde todas sus aristas.

 

 

CRÍTICA Y LEGADO

La grandeza de un artista no puede medirse, en cambio, su influencia y legado sí, y gran parte del legado de la banda más importante del heavy metal se encuentra en su segundo disco. Quizás, el mayor mérito de “Paranoid” que el heavy metal por fin llegó a una audiencia masiva a nivel mundial porque logró reunir una serie de características como ningún otro disco antes lo había hecho. Es un álbum que no tiene época y se posiciona como un momento definitivo en el metal y en el rock. No solo es mejor que su disco debut, sino que para muchos es su obra maestra y un disco insuperable, opinión que siempre será discutida porque en definitiva no se pueden ignorar sus siguientes trabajos como “Master of reality”, “Vol. 4” o “Sabbath Bloody Sabbath” pero lo que sí es verdad es que con “Paranoid”, Black Sabbath llegó a ser reconocida como la banda que dio forma definitiva al sonido del heavy metal.

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