Director teatral, autor, dramaturgo y actor. Nació en Cuba, en una gira teatral. Viene de una familia de siete generaciones de actores. Lleva el arte como bandera. Es uno de los máximos exponentes en la historia del teatro musical en Argentina. Entra a La Cueva: Pepe Cibrián…
¿Cuál es tu primer recuerdo del teatro?
Yo nací en 1948 en La Habana en una gira. Mi padre nació en 1916 en una gira, y mi madre en 1925 en Colombia en una gira. En ésa época era normal. El primer recuerdo que tengo es que yo siendo muy chico estaba en brazos, no sé si de mi madre, mi abuela, y que me sacaron al escenario y vi luces. Ése es mi primer recuerdo del teatro. Nací ahí, vi la luz por primera vez en el teatro. Por eso lo siento tan propio.
En tu casa era imposible que no te dediques al teatro por la herencia…
Me pasó a mi, pero, por ejemplo, mi hermano, que tiene 11 años menos que yo, nunca fue un hombre del teatro. El hace otra cosa y es totalmente diferente.
¿Alguna vez pensaste hacer otra cosa que no esté relacionada a la actuación?
En algún momento de chico quería ser Papa, primero sacerdote claro. Una vez leí un ensayo que decía que la vocación te elige a vos y no vos a ella. Entonces sentí que a mi finalmente me eligió el arte.
¿Siendo artistas que recomendación te hacían tus padres?
Mi mamá siempre me decía “vos tenés que tener algo que a la larga lo puedas empeñar o vender”. Eso era tener un resguardo por las dudas. Yo hoy veo a los actores que se compran un departamento o una casa, y eso me da mucha alegría. Y si me dicen que no tienen nada me pregunto: ¿cómo coño va a hacer para salir adelante?
¿Te acordás de tus comienzos?
Mis padres me ayudaron mucho, me hicieron ser lo que soy hoy. Recuerdo cuando tenía 20 años y estaba en la época en un sótano y hacía teatro prendiendo un sahumerio porque había olor a pis de gato y era feliz. Siempre me rompí el alma, no es que yo arranqué en el Luna Park. Pero hay que golpear puertas, siempre hay espacio si se busca.
¿Costó mucho acomodarse dentro de la profesión por la incertidumbre que genera ser artista?
Yo vengo de siete generaciones de actores. ¿Y sabés las veces que he empeñado cosas para salir adelante? Como me decía mi madre cuando estás mejor hay que comprar algo para pasar los malos momentos. Estuve ocho años sin hacer giras, sin que me llamen para hacer televisión, pero no pasó nada. Nunca me enojé con la profesión y seguí adelante.
¿Lograste tus objetivos de chico?
Yo de chico quería triunfar. Pero triunfar no era ganar dinero, sino ser conocido. Y eso por suerte lo conseguí con creces. Gracias a Tito Lectoure en el Luna Park logré una posición económica que me permite poder vender lo que hago. Pero yo tuve que ir a buscarlo, no me vino a buscar él para hacer una obra en su espacio. Y no tenía ni idea, en ése momento se me ocurrió “Drácula” como se me hubiera podido ocurrir “Gulliver”.
Viviste lo que se llamó el esplendor de la calle Corrientes
Claro que sí. La avenida iluminada con los carteles. Los teatros, cines, todo eso lo viví. Y lamentablemente fue desapareciendo. Por la política, la economía, etc. Hay menos lugares que antes.
¿De qué se trata “La Dama de las Rosas”?
En una bella historia de amor en Paris en los años ´20. Hago catorce cambios de vestuarios. Es una de las obras más bellas que vi en mi vida, y como corresponde jamás ha sido nominada para ningún premio (risas).
¿Cómo vienen con la gira?
Estrenamos la obra en el Centro Cultural San Martín. Estuvimos ahí durante cuatro meses haciendo funciones de miércoles de domingos y ya arrancamos el recorrido por el país. Me encanta ir a las provincias, no me gusta decir el interior del país.
La Dama de las Rosas
¿Hoy disfrutas la vida?
La disfruto sí. Soy muy feliz. Hoy uno piensa que es difícil por los momentos que se viven, pero disfrutar la vida también es ver a un hijo, a un nieto caminar. Hay momentos de disfrute. Más allá de las obligaciones diarias, que la mayoría son económicas. Uno piensa como pagar la luz, los impuestos y la tarjeta de crédito. Y eso angustia, y me angustia. Pero dentro de eso trato de disfrutar la vida.
¿Es un lujo disfrutar del trabajo y vivir de eso?
Claro. Pero te aseguro que si me sintiera humillado de lo que hago, vendo todo y no vivo más de esto y me daría igual. No me preocupa demasiado. Sí me resultaría doloroso irme de mi país. Siempre hice lo que me dio la gana pero sabiendo dónde podía hacerlo.
¿Cómo se vive el teatro hoy en Argentina por la situación económica?
Los últimos años han sido duros. La situación económica es patética. Quiero mucho a mi país. Lo recorro todo el tiempo y amo lo que hago. En la compañía me hago cargo de veinte personas que trabajan y viven de esto, actores, técnicos, luces. Invertí bastante en la obra y por suerte nos fue bien. Pero no les pasa a todos lamentablemente.
¿Sufrís ver a actores sin trabajo?
Mucho. Hay actores de trayectoria sin trabajo. Hoy si tenés más de 40 años a veces estás fuera del circuito. Es muy duro. A los actores les cuesta vivir de su profesión.
¿Y la situación del país en general?
Me duele lo que está pasando. Porque tenemos un país que pudo tener algo mejor y no lo tiene. Y no hablo sólo de lo económico y del uno a uno con el dólar. Yo veo actores que vienen del exterior y les preguntan qué les parece la Argentina y dicen que les encanta. ¿Y que van a decir? ¿Qué es una mierda? Si ni salieron del hotel (risas). No conocen lo maravilloso que es nuestro país. Somos Argentina y tenemos las limitaciones y las grandezas propias de los que nos formamos aquí.
¿Y el trabajo en general en Argentina?
Nuestro país es más abierto y muy generoso. Me parece bárbaro, lo somos en los hospitales, en la universidad gratuita, etc. En otra parte del mundo no sucede. Nos quejamos que no hay trabajo pero hay trabajos que el argentino no lo quiere hacer. Y por eso hay tantos inmigrantes que lo hacen. Y son felices de hacerlo.
¿Cuál es tu opinión sobre la política de adopción en Argentina?
Yo no veo a Diputados o Senadores que adopten 20 o 30 chicos y se los lleven a sus casas. Yo estuve quince años tratando de adoptar unos hermanos. Y no me los dieron. Me rompieron el alma. Hay parejas que luchan años y no les dan chicos en adopción. Eso tiene que cambiar.
¿Cómo te llevás con los premios que entregan a los actores? ¿Martin Fierro, Ace, etc?
No tan bien. Por ejemplo, el Martin Fierro del interior es una vergüenza. Primero porque no me gusta la palabra “interior” y después porque te lo pasan en el canal 632 del cable y a las dos de la mañana que no lo ve nadie. No hay que aceptar esas cosas. Entonces yo diría que se lo metan dónde les quepa y que empiecen a repartir premios por las distintas provincias o ciudades que tienen más prestigio. Pero todo el mundo se mata por esos premios, los Ace, los Hugo (ojo y los he ganado) pero no es el premio que me importa en la vida. Me importa la gente en la calle, gentil, que me reconoce.
El renocimiento es tu mejor premio…
Claro, porque yo hablo y digo lo que quiero. Pero porque jamás hice mal a nadie, no he robado, he colaborado para que salga alguna ley para mejorar la vida de todos. Me he roto el alma toda la vida y sigo.
¿Qué opinás de los maestros de arte de hoy en día? ¿De los formadores?
Hoy hay de todo. Pero lamentablemente la mayoría no conoce la historia, el ADN del teatro. Y como lo buscan para ganar dinero agarran Wikipedia o YouTube y enseñan. Pasa con la actuación, con el canto, y otras artes. No les pueden explicar nada a los chicos porque no saben de nada. No hay interés, es culpa de una inquietud no forzada en nuestro país. Por suerte hay algunos que sí, pero pocos.
¿Y sobre los medios y la tecnología?
Mira yo leo diario La Nación, que en general debería ser un diario más conservador. Y veo notas sobre Pampita, que me encanta, pero que no son notas sobre Norma Aleandro, o actores de trayectoria. Pero la televisión y medios se manejan así ahora. Y hay que adaptarse al igual que a la tecnología sino te quedás en el camino. Todo es tan veloz que lo que pasaba antes en 20 años ahora pasa en una semana. Y en el futuro vamos a ser todos robots y ahí nos tenemos que suicidar ya (risas)
¿Es diferente llegar con una obra a La Plata por la movida histórica cultural que tiene?
Por mis padres y la vida en general he ido de muy chico siempre a La Plata. Es un lugar maravilloso. Todo el tiempo he ido a la ciudad. Lo curioso es que siendo una ciudad tan cercana a la Capital tiene una vida social y cultural tan rica.
Y además llegar al Coliseo con lo que hicieron los Podestá por la cultura…
Claro, no sé si es culpa de los maestros de artes que no saben explicar el ADN del teatro o no sé por qué. Pero los hermanos Podestá y el circo fueron los antecesores del teatro en Argentina. Debajo del escenario está la arena del circo que hizo posible que el teatro luego crezca.
¿Qué proyectos tenés a futuro?
En octubre voy a estrenar en el Teatro Broadway una obra de texto que hice, trata sobre dos personajes pero que interpretamos ocho cada uno. Al hijo, al amante, al cura, a la lesbiana, todo. Va a ser muy divertido. Es bueno tener nuevos proyectos. Hay que seguir luchando, y no pasa nada, se lucha.