Por Marutopia

20 de agosto de 2021

Sabor a rosas mojadas 

Y un día tu cuerpo de alambre se paró frente al espejo,

tocando con sus pies, las galaxias plantadas en mi huerta.

 

Dejaste de quemar tus pensamientos en los cigarros de los días,

de moldear tus miedos a medida de otro zapato.

 

Dejaste de colorear tu dolor. De profundizar tus ojeras unilateralmente.

 

Tus lágrimas hicieron el amor con mi tierra, y floreció tinta que sombreaba tus venas, crearon caminos que abrazaron tormentas, acunaron la lluvia, apretaron ciudades.

 

Y ahora te dejan intacta, con sabor a rosas mojadas, sentada en la hamaca de una casa donde sos el techo, las paredes y el suelo. Sos todo el hogar.

 

La herida en el tiempo

Envejece la vela

El hogar es el insomnio bombardeado

donde el silencio se casa con las cosas

El fondo blanco 

donde los sillones no entran 

Todo en mi se achica

se comprime en ese imperio tibio, blando.

 

Una noche veo a dos seres

Rompen los vértices de mi ventana

destejen el universo

desdibujan sus límites y se trenzan

Se casan con un silencio de seda y jazmín 

que le entrega un anillo al habla.

 

Renace la herida 

consumida hasta ayer en el insomnio chato

Supura historias

que se balancean en el tiempo

en un espacio 

donde el alma reclama su asiento. 

 

Las copas de los árboles bailan un vals

la marea del viento 

erosiona las sonrisas posadas

y las vuelve humanas.