Por Damián "Puma" Gaspari

14 de abril de 2022

Dibujante, pintor, artista plástico, diseñador gráfico y docente. Ícono de la cultura y el rock argentino por medio de sus portadas y dibujos. Ideólogo de La Cofradía de Flor Solar y de todo el arte de Los Redonditos de Ricota. Con libros editados recorre el país con seminarios y charlas. Entra en La Cueva: Rocambole…

¿Cómo fueron para vos estos dos años de pandemia? ¿Estuviste mucho en el taller trabajando?

Justamente un poco antes de que se decretara la cuarentena, había adquirido bastante material para pintar. Me encontré encerrado con una cantidad de bastidores para rellenar y así pasé el tiempo (risas). De todas maneras yo soy bastante cuevero, en realidad en cuánto a trabajo mucho no me afectó, pero sí en el sentimiento general, ver la gente que se moría, que estaba sufriendo. El fantasma de la muerte caminando por las calles.

Tuviste la suerte de trabajar mucho en el taller…pero fue como una película apocalíptica que se vivió…

La verdad es ciencia ficción. Muy parecido a una novela que leía por los años 50´, una que se llama “La Tierra Permanece” de George Stewart. Relata la historia de un virus que empieza a afectar a toda la humanidad, que se va propagando a medida que la gente se va desplazando a otros lugares. Recordando  eso, acudí al libro, y veía las cosas que pasaban que eran idénticas a los capítulos del libro.

¿Hoy cómo estás viviendo el proceso creativo día a día con todo más normalizado?

Bien, hice una muestra de alguno de los trabajos durante el encierro. De título le puse “Los Fantasmas”, porque justamente eran como que se aparecían fantasmas en la forma en la que estaba trabajando.

 

Se ve mucho en toda la cultura de hoy en día, en la música, en el arte…todos trabajos más oscuros después de las vivencias de cada artista en pandemia…

Claro. Igualmente yo siempre tuve un poco de miradas apocalípticas con respecto a las imágenes. Pero ahora se intensificaron, saqué afuera todos esos fantasmas y ahora más relajados vamos a ver que aparece (risas).

De niños lo primero que hacemos es aprender a caminar, a hablar y a dibujar. ¿Tenés esa imagen que te conecta por primera vez con el dibujo?

Casualmente hablo de eso cuando doy charlas y conferencias. Uno aprende en los primeros tiempos de su vida cosas realmente útiles y otras que su utilidad está en discusión. Aprendemos a caminar, a desarrollar la motricidad. Aprendemos el lenguaje, lo que nos conecta con el saber y la cultura. Pero además, a un niño muy pequeño se le da un lápiz y un papel e inmediatamente empieza a dibujar. Es una de las actividades primordiales, quizá no se desarrolla tanto en algunos, porque a lo mejor la práctica de la educación apunta hacia otros lugares. En general el terreno del arte es un poco descuidado por la educación, si bien hay escuelas especiales, talleres, etc, no se la da tanto énfasis como a otras actividades o materias que tienen más que ver con el mundo competitivo en el que vivimos.

Es como que el arte queda como extracurricular…

Las clases de dibujo, de música, de canto siempre fueron de recreo. Nunca fueron tomadas en serio.

¿Y con la música como te fuiste relacionando?

Llegué a la música con el nacimiento del rock los años 50´. Yo ahí tenía 13 o 14 años y fue mi música la época de Elvis Presley, Chuck Berry, Billie Haley y muchos otros que no estaban en el top de los éxitos discográficos pero accedía por medio de películas clase B y esas cosas.

¿Y con todo lo que llegaba de afuera fue contracultural empezar a cantar en castellano no?

La penetración cultural fue siempre muy intensa. Y resultó una novedad cantar en castellano, una locura si era nuestro propio idioma (risas).

Y el rock en Argentina generó un movimiento dónde vos desde tu arte te fuiste metiendo primero desde La Cofradía de Flor Solar…

Yo acostumbraba a hacerme amigos, a conectarme con músicos, pero por el hecho del disfrute de la música, con gustos similares que era la música de rock. Entonces desde mi lado, de la gráfica, de la imagen, intentaba alguna colaboración. Casualmente fue una época dónde se hizo un feliz matrimonio entre la nueva música de la década del 60´ y la imagen. Se acompañaron mutuamente y se creó lo que fue el arte pop, el arte vinculado al rock. Y el resultado fueron las portadas de los discos que empezaron a ser obras de arte. Por mi parte disfrutaba escuchar un disco y mirar los dibujos ilustrados por diseñadores y dibujantes del rock sinfónico inglés.

 

Era el concepto de la obra completa…

Claro estaban muy unidos y creo que lo siguen estando porque hoy en día no se puede imaginar que suban a las redes la música sola, siempre va acompañada de imágenes, videos, animaciones. Incluso los grandes festivales y reciales son puro bombardeo de imagen, luz y sonido.

La música y el arte siempre fueron de la mano…

Fue la gran década del 60´ la que las reunió bastante.

Recién mencionabas las portadas de discos y vos sos parte esencial del arte de Los Redonditos de Ricota…tus dibujos trascendieron tanto que son parte de banderas, tatuajes…

Sí la gente ha tomado los dibujos a tal punto que la primera vez que lo vi me impresionó. Se tatúan los dibujos en la piel, yo la verdad la primera vez que lo vi me asusté un poco y dije yo no soy responsable de esto (risas). Me parece raro que la gente que va a llevar toda la vida una imagen tatuada, yo no soy de la época de los tatuajes, pero bueno ahora me lo tomo con calma y me acostumbré a eso. Hay jóvenes y no tan jóvenes que me muestran sus remeras, tatuajes, calcos, pines, banderas, y las paredes pintadas. Incluso las banderas de los ricoteros tienen imágenes incluso mejores a las que había hecho yo (risas).

¿Y en ese proceso de crear las portadas de Los Redondos ibas trabajando a la par de cada disco?

En realidad, la idea viene un poco desde La Cofradía de la Flor Solar, y no era ilustrar o tratar de volver visual algo que ya estaba hecho musicalmente o poéticamente. Por ejemplo, si la letra decía “Yo no me caí del cielo”, yo no tenía que hacer una imagen de alguien que no se caía del cielo. La idea era crear un mensaje integrado entre la música, la poesía y lo visual. Construir un vocabulario y tratar de que si faltaba alguno de esos elementos el mensaje estuviera incompleto. Más bien lo que yo pensaba partía de una idea de base para crear la música y la poesía.

¿Se juntaban mucho en esa época?

Nos reuníamos antes, la mayor parte de las veces eran juntadas dónde se tiraban ideas al aire. A partir de ese momento cada uno se iba a trabajar su parte. Y después nos volvíamos a juntar y al reunir todas esas partes parecía como que mágicamente encajaban perfectamente. Era una cuestión de comunicación, a lo mejor vibrábamos en la misma frecuencia.

¿Y quién manejaba la idea principal de cada proyecto?

La bajada de línea principal era de Solari y la pauta musical casi siempre estaban a cargo de Skay. Yo ponía a ver que me salía a partir de esa idea base. Pero todo encajaba como un rompecabezas.

En la época de las disquerías hace muchos años ya, uno descubría la música por medio de las portadas…

Claro en las vidrieras de las disquerías te gustaba algún dibujo en particular y después conocías qué música hacían.

¿Tenés alguna portada favorita de todas las que hiciste?

Favorita no porque en cada una me aplique mucho al trabajo. Las quiero a todas por igual, pero la que me ha dado más respuesta de la gente ha sido la del segundo disco de Los Redondos “Octubre”. Porque las imágenes las han repetido hasta el cansancio y por el disco mismo.

 

Me hablabas del Indio Solari y hace un tiempo se volcó más de lleno al dibujo y la pintura también…

Él siempre pintó y dibujó porque también le gustaba eso. En los años 60 nos gustaba todo a todos. Eran épocas hippies y todo el mundo tocaba la guitarra, aunque sea cuatro o cinco acordes, yo me incluyo entre ellos. Algunos se perfeccionaban más y se hacían profesionales, pero en todas esas reuniones, siempre pelaban una viola y algo hacían.

¿Y has hablado con el Indio últimamente?

Hace mucho que no hablo con él. Una porque el teléfono del Indio es siempre un misterio y lo cambia todo el tiempo. Otra porque vive en una zona del conurbano que yo no sé moverme por ahí. Y otra que él no viene a La Plata. En cambio, con Skay me suelo ver más seguido porque viene a La Plata, yo si voy a Buenos Aires me lo encuentro en algún bar en común a muchos amigos. No es difícil encontrarse con Skay, pero con el Indio sí porque tiene una vida un poco más hermética.

Hay una frase histórica que dice “una imagen vale más que mil palabras” … y aplica para vos y tu trabajo…

Una vieja frase bastante usada. Las palabras son imágenes y las imágenes son palabras. A mi me parece que todo el desarrollo del ser humano como género es simbólico, lo simbólico tiene más valor que lo real, fíjate que una persona puede llegar a morir por una bandera de fútbol, qué más simbólico que eso. Y en una época las naciones también morían por banderas. Y a veces lo real se va haciendo cada vez más difuso.

Alguna vez dijiste que dibujas para entender el mundo…

Algo de eso hay. Uno a veces puede tener una mentalidad más práctica y otros personalidades más soñadoras o musicales, y ven el mundo por los sonidos u otras cosas. Y a mi me ocurre lo mismo con el asunto del espacio, de las dimensiones. Muchas veces cuando estoy tratando de explicar algo agarro un papel y empiezo a hacer diagramas, flechas, direcciones, hago cosas que no tienen mucho que ver con lo que estoy diciendo, pero me ayudan a elaborar un concepto.

¿Cumpliste todos los sueños que tuviste de chico?

Por supuesto no los cumplí todos. Nunca pude ser bombero por ejemplo (risas). Eso sí una vez en un pueblo, un amigo era bombero y me llevó a pasear en la autobomba e incluso me prestó un casco. Así que en parte he cumplido ese sueño (risas).

¿Qué proyectos quedan para este año?

Ahora el 30 de abril estoy en el Museo Histórico Nacional dando una charla de la vinculación del arte plástico con el rock. Y para fin de año me parece que voy a estar haciendo una muestra grande en el Ministerio de Economía de la Nación.