Por Damián "Puma" Gaspari
16 de junio de 2021
Músico, cantante, compositor e ilustrador. De chico vivió su pasión por la música y el fútbol. Hace 18 años es el vocalista de la banda platense El mató a un policía motorizado, con la que recorre el país y el mundo llevando su arte. Como solista colaboró en bandas sonoras de películas y series. Entra en La Cueva: Santiago Motorizado…
¿Cómo estás viviendo la pandemia desde lo laboral?
A pesar de todo lo malo, tuvimos la suerte de que antes de la pandemia pudimos hacer una gira importante en Ecuador y España, además, tocamos en el Cosquín Rock y en un festival de Mar del Plata. Fueron dos meses intensos en el comienzo de 2020. Entonces el comienzo de la pandemia lo vi bmos como un descanso, pero después tuvimos la esperanza equívoca de que se terminaba rápido. Y ahí empezó la angustia, la preocupación de ver que lo cultural y musical iba a ser lo último que podía regresar, de no poder ver a tu familia, todo lo que le pasó a la gente en general.
Igualmente pudieron hacer algunos streaming…¿Eso les dio ventaja a otras actividades que tuvieron que parar totalmente?
Con la banda nos juntamos, hicimos streaming. El músico tiene ventaja porque puede sacar canciones que van a estar en Spotify. La conexión con la gente se dio por medio de las redes sociales. Por ejemplo para el teatro es más difícil, los artistas que hacen cine y series la han pasado mal. Y también a los técnicos y los que laburan en la música se les complicó.
Fue un recurso pero no es lo mismo que tocar con gente…
Nunca es lo mismo. Se usaron esos recursos para estar cerca de la gente pero no lo estás. El streaming no es nuevo, nosotros hemos tocado para sesiones en TV o en Youtube. Pero ahora es muy distinto porque es esto o nada. Entonces no puede reemplazar a un show con normalidad. Igualmente se disfrutó.
¿Les falta el ida y vuelta con la gente no?
Totalmente. Además nuestros shows son muy festivos. Hay una energía que se genera con el público, el baile, el pogo, estar en contacto con los demás que ahí no lo tenés. Incluso ahora que se liberó un poco para hacer shows con protocolos tampoco nos da muchas ganas de tocar porque falta todo eso que te digo.
Es todo muy frío…
Es más frío, igualmente sirvió porque es mejor que nada. Yo toqué en formato solista y ahí es más tranquilo, eso lo disfruté más. La gente vive las canciones de otra manera. Pero con la banda no es igual.
Por suerte parece que en unos meses se puede normalizar un poco todo…
A nosotros nos confirmaron que vamos a estar en el festival “Primavera Sound” de España el año que viene. Ojalá todo mejore, tengo esperanza en las vacunas, y que se pueda vivir de la mejor manera.
El músico lo necesita pero también la gente después de todo este tiempo necesita también disfrutar de un show…
A nosotros nos llega el cariño de la gente por las redes sociales, pero nunca es igual.
Llevan casi 20 años tocando con El mató a un policía motorizado…¿Hay un secreto para mantenerse en el tiempo como banda?
No es fácil tener una banda tanto tiempo, convivir con gente, por más que somos como hermanos, cada uno tiene sus cosas personales. Yo veo en los chicos un amor, una energía por seguir tocando, que es lo fundamental. Es un amor profundo por tener ganas de tocar. No todos disfrutan tanto tocar y estar de gira. Es un esfuerzo importante de todos porque ya somos grandes.
Son grandes y el desgaste no es el mismo que cuando tenían 20 años menos…
Total. Yo soy el que más llora porque en gira, a veces llegó mal con la voz, pero aguanto bien, me sale esa energía arriba del escenario y sale bien. Me motiva lo que podemos generar en la gente con la música. Es un compromiso con el corazón y la cabeza.
Te quiero llevar hacia atrás en tu vida. ¿Recordás cuál fue tu primer contacto con la música?
Tengo recuerdos de muy chico en mi infancia. Le pedí a mi mamá en navidad, en realidad a Papa Noel, un cassette de Paul McCartney, de una canción de un dibujito animado, era un corto con un osito como protagonista. La canción se llamaba “We all stand together”, y me fascinó al punto de pedirla como regalo. Y me llegó en navidad. Ese es el primer recuerdo de estar emocionado con la música.
¿Y en la familia que se escuchaba?
Después fui creciendo y por mis hermanos me llegaba música de Los Fabulosos Cadillacs, Los Pericos…me volví muy fan, y lo sigo siendo. De más adolescente me enloquecí con Embajada Boliviana, y ahí tengo un recuerdo muy grande cuando escuché por primera vez un cassette con su primer demo, algo muy casero. Lo escuché un día después de volver de la escuela y ahí decidí que quería hacer música y tener una banda.
Fue un momento bisagra en tu vida escuchar a Embajada Boliviana…
Sí, porque sentí que conecté con la música, con lo urgente, con lo pasional. No era un demo que sonaba bien comparado con lo que uno escuchaba en la radio, pero ahí estaba todo lo otro que te conecta con la música. Era genial y me inspiró. Me mostró un camino posible.
¿Me nombrabas bandas históricas de la música argentina pero sos de escuchar otras más recientes?
Escucho de todo. Trato de estar atento a la música. Soy muy fan de bandas amigas que me inspiran todo el tiempo como 107 Faunos, Las Ligas Menores, Bestia Bebé…ahora estoy muy fan del último disco de Vicentico “El Pozo Brillante”. Tiene unos temas increíbles.
La forma de cantar de Vicentico es especial…
Para mi Vicentico es el mejor cantante de Argentina. Tiene la melancolía pero no la tristeza. Esa combinación me puede, me gusta de la música en general.
Vos también cantas de una forma similar, en cuanto a la melancolía…
Evidentemente mis canciones están atravesadas por la melancolía. No lo voy a negar. Hay algo en mi que necesito sacar, expresar por ese lado. Me ayuda de alguna manera. A veces tengo vértigo de ser yo el protagonista de la narración. Tengo ese conflicto de variar un poco, no por el hecho de la vergüenza sino por el ejercicio de encarar la música con otras cosas que también me motivan. En el día a día no soy tan triste…quiero creer que no (risas)
Pero para el artista en general las canciones que más venden son las de desamor y tristeza…
Pasa que aprendimos que todo termina mal. Cualquier historia por más que tenga un momento de felicidad máxima termina mal. Todas las historias son así, el final de la vida ya lo sabemos. El spoiler más grande es saber que vamos a envejecer y vamos a morir. Hay algo en el desamor que garpa más. No hay que tener miedo y aceptarlo. Entonces eso te libera de un miedo que no te tiene que volver esclavo.
¿Qué sueños cumpliste gracias a la música?
Un montón. Canté con artistas que admiro como Julián Ibarrolaza, con Jota de los Planetas, con Rosario Bléfari, con Fito Páez y Vicentico fue increíble. Tocar en Europa, conocer países que jamás hubiera conocido si no era por la música.
Y llegar a la alfombra roja de los premios Grammy…
Eso no era un sueño pero vino igual (risas). Yo sufro esas cosas, fue un delirio, una cosa muy rara. Disfruté mucho el viaje de los Grammys, fue una aventura total, estar en un mundo que no comparto pero me gustó estar. Fue un color diferente y la pasé muy bien.
Nada que ver con la música pero sí con la cultura argentina. ¿Cómo viviste la muerte de Diego Maradona?
La muerte de Maradona me destruyó. Trato de no pensar porque me dan ganas de llorar. Lloré mucho. Uno sabe que las personas mueren pero era Maradona. Incluso hoy en día me cuesta aceptar que no está más. Lo ves todo el tiempo porque se lo recuerda en videos, fotos. Siempre te vuelve a sorprender. Fue un ser único en la historia. Nunca nadie hizo lo que hizo él, jamás un deportista de elite se va a jugar a un club chico. Nadie lo hizo. Me genera una revolución cultural y política que uno naturaliza pero no es así. Él iba contra la corriente, salía del lugar común y eso te inspira.
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