Por Miguel Ale
15 de julio de 2020
Foto: Barbara Hershey (La última tentación - Martin Scorsese)
Todos los evangelios de la Biblia mencionan a María Magdalena. Aparece en los momentos importantes de la vida de Jesús y como testigo de milagros. Algo que ella también experimentó cuando el predicador le quitara siete demonios que la tenían atrapada. Lucas en el capítulo 8, versículo 2 y Marcos en el 16:9 hacen referencia sobre esto.
Jesús fue predicando sus mensajes, seguido de los conocidos apóstoles y también algunas mujeres. Y una de ellas era María Magdalena a la que no se le menciona familia alguna, es decir padres, esposo o hijos. Por lo visto, una muchacha totalmente libre y sin pasado conocido que aparece en forma reiterada en la Biblia, en este caso los evangelios, justamente escrituras rigurosas con las genealogías. O talvez era una mujer de un pasado bien conocido, obviado ex profeso por los escribas, por razones desconocidas que dieron lugar a especulaciones y sospechas posteriores.
El caso es que nadie menciona en absoluto que fuera una pecadora o prostituta. Pero se sabe, siguiendo el hilo filosófico de Jesús, que poco le hubiera importado si hubiera sido así. En numerosas oportunidades el se había confesado sentirse hermanado y servidor de pobres, mendigos, enfermos y descarriados diversos. De hecho, el mismo y sus seguidores, aparecían a ojos de los pobladores que veían sus deambulares, como un grupo de vagabundos. Una mixtura de "hippies" y "beatnik" de la antigüedad. Lo cierto es que, putón consumado o virgen intocada, la rubia, o según otros, pelirroja joven, fue una discípula a la misma altura de los proclamados apóstoles. Y Jesús no excluía a nadie entre sus seguidores.
Y la muchacha estuvo cerca suyo durante todo el deambular, antes, durante y después de la crucifixión. También entre las mujeres que vieron morir a Jesús junto a su madre María y la hermana de José de Arimatea, también llamada María. También la última persona que permaneció velando al difunto en la pequeña caverna en que fue depositado hasta que ya entraba la noche. Y también la primera en comprobar al día siguiente que faltaba el cuerpo y difundir la resurrección. Algo que Jesús de antemano le había encomendado.
Era oriunda de la ciudad de Magdála (pronunciación en arameo siríaco) a orillas del lago Tiberíades, en Judea. Cuando Jesús recorrió por primera vez esa zona, fue ella quien los ayudó economicamente y posteriormente se les unió. Se ignora si era de familia rica o porqué otros medios se ganaba la vida.
En las altas jerarquías de la iglesia, se ha hablado y tratado mucho sobre ella. A modo de ejemplo citaré dos. El actual papa Francisco eleva por decreto, en el Calendario Romano General, al aniversario de esta santa a la categoría de fiesta. ¿Concuerda, no? El papa Gregorio I, en el año 591 señala en la homilia 33 que "La que Lucas llama la mujer pecadora y la que Juan llama María de Betania, creemos que es María, la de Magdala, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos".
Leyendas posteriores aseguran que después de los grandes acontecimientos fundacionales del cristianismo, se retiró a Efeso donde murió y están sus restos. Otra afirmación dice que cruzó el Mediterráneo como huyendo de persecuciones y llegó a Arles. Y en territorio francés se proyectó hasta Marsella evangelizando Provenza, en compañía de setenta seguidores. Y que sus últimos treinta años vivió en una cueva solitaria observando penitencia.
Juan Pablo II quitó la denominación "penitente" porque esto señala un sacrificio para purgar pecados. Hay estudiosos de los evangelios apócrifos que señalan que Jesús y ella se besaban en la boca. Y otros afirman que esta era una práctica propia entre iniciados?
Lo cierto es que desde mi óptica neutral y asiéndome de la lógica y el pragmatismo, no veo que una supuesta relación sentimental y marital que hubieran mantenido, opaque en nada la obra de Jesús ni altere acontecimientos ni finalidades. Además ¡Qué hermosa pareja hubieran hecho!